GOBIERNO DE CHILE
SRA. ALEJANDRA KRAUSS VALLE
MINISTRA DE PLANIFICACIÓN Y COOPERACIÓN
TERCERA CONFERENCIA MUNDIAL CONTRA EL RACISMO, LA DISCRIMINACIÓN RACIAL,
LA XENOFOBIA Y LAS FORMAS CONEXAS DE INTOLERANCIA
DURBAN, 31 AGOSTO - 7 SEPTIEMBRE
Quiero agradecer a las autoridades y al pueblo sudafricano por acoger esta Conferencia. Es difícil imaginar otro lugar en el mundo en que la lucha contra el racismo y la discriminación haya sido más significativa. También es difícil imaginar otro lugar en que las personas hayan realizado un esfuerzo mayor para superar su propia historia y progresar en el desarrollo de valores fundamentales como la tolerancia, el respeto a la diversidad y el respeto a los derechos de todas las personas, proyectándolo como vision hacia el futuro.
Hemos recorrido un largo camino hasta Sudáfrica. Desde que la Asamblea General convocó a la Conferencia, son múltiples las actividades y acciones en que hemos estado involucrados. Hemos logrado importantes acuerdos y mantenemos aún difíciles trechos que debemos cubrir. El mundo llega a Durban con la misma convicción con que un día condenó la repudiable forma de racismo que sufrieron millones de sudafricanos: ¡no es posible aceptar que persistan orientaciones y acciones sociales y políticas que destruyan la dignidad humana!
La tarea de nuestro tiempo es que prosigamos la lucha por el derecho a vivir en un mundo mas inclusivo y mas tolerante. Por el derecho a tener derechos. Debemos continuarla porque ninguna sociedad puede afirmar que los fenómenos que convocan esta Conferencia le son enteramente ajenos. La existencia del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia son objeto de legítima preocupación internacional y es responsabilidad de todos los Estados abordar estos temas en la agenda pública a través de políticas destinadas a prevenir y erradicar las expresiones activas, pasivas o silenciosas de cualquier forma de racismo o intolerancia.
El Presidente de la República de Chile, Ricardo Lagos, me ha encomendado
reafirmar ante ustedes el compromiso de nuestro país con los valores
centrales que plantea esta Conferencia y hacer todos los esfuerzos para llegar
a consensos globales que nos permitan alcanzar los objetivos definidos por la
Asamblea General al convocarla. Nadie comprendería que no lo hiciéramos
así, y por ello nuestra responsabilidad es muy grande.
Nuestro desafío es desarrollar y compartir una visión de futuro.
Para construirla debemos mirar al pasado y reconocer que la memoria es un derecho
humano colectivo. Sólo conociendo la historia podremos alzar ¡¿?-voz
y decir con toda la fuerza posible "nunca más". Esta convicción
debe seguir resonando en la conciencia de las nuevas generaciones. Esa es la
demanda de las víctimas que exigen un reconocimiento de su identidad
y de su dignidad. Todos somos protagonistas del pasado. Todos debemos tener
un lugar en el futuro. Sin embargo, los agravios del pasado no deben impedir
que enfrentemos los males del presente. No hipotequemos el futuro de las proximas
generaciones.
Chile fue sede, en diciembre de 2000, de la Conferencia Regional de las Américas, preparatoria de esta Conferencia Mundial. En Santiago, todos los países del hemisferio, desde el sur al norte, tuvimos la capacidad de mirar al interior de nuestras sociedades con perspectiva histórica, sentido crítico y voluntad política para avanzar hacia una convivencia de mejor calidad: más humana, más igualitaria y más tolerante. La organización y celebración de esta reunión no estuvo exenta de dificultades. Los Estados asistentes y la masiva presencia de la sociedad civil representaban la vasta diversidad que nos enriquece: muchas historias y memorias, muy distintos dolores y esperanzas. Sin embargo, los representantes de los países participantes de América Latina, el Caribe, Estados Unidos y Canadá, alcanzamos importantes acuerdos respecto de los temas tratados. El- proceso preparatorio de esta Conferencia ha mostrado que los acuerdos de Santiago entregaron consensos básicos con capacidad efectiva de proyección global.
Las diferentes historias nacionales de la región han mostrado la exclusión, marginación y discriminación de los pueblos originarios, de los afrodescendlentes, de los migrantes y de los mestizos, así como también de diversas categorías objeto de discriminación múltiple y agravada. En este sentido, asumirnos como sociedades diversas es un desafio inmenso para los paises del hemisferio sur. América Latina ha debido recorrer un largo y difícil camino desde que se produjo el encuentro de nuestros pueblos originarios con los conquistad ores europeos. Junto con ese encuentro entre dos mundos, que fue también el establecimiento de la dominación de uno sobre otro, surgió la necesidad de reconocer la heterogeneidad de la composición de nuestras sociedades. Sólo asumiendo esta identificación es posible lograr la unidad en la diversidad de nuestros países. Sólo así es posible lograr un desarrollo con identidad.
Los gobiernos democráticos de Chile han iniciado un complejo y vigoroso proceso para superar formas seculares de exclusión, han establecido la necesidad de profundizar en el reconocimiento de sus derechos y en la promoción de su pleno ejercicio. Sin embargo, es claro que quedan muchas tareas pendientes en nuestra agenda ciudadana. Hemos progresado, pero es necesario continuar haciéndolo. Los pueblos indígenas -originarios habitantes de nuestros territorios- son parte del pasado, del presente y del futuro de nuestras sociedades.
Por otra parte, como resultado del contexto económico en que se desenvuelve
la región, están emergiendo crecientes y distintas formas de discriminación,
muchas de
las cuales están asociadas a procesos culturales, económicos y
sociales profundos. La migración económica y la discriminación
como producto de ella, así como también la situación de
sectores que viven en condiciones marginales de exclusión social y de
pobreza, dan origen a nuevas y diversas formas de discriminación agravada,
cuyos efectos son tanto o más severos que las causadas por los factores
clásicos que se observan en otras zonas de la región y del mundo.
Estamos convencidos que una visión actual de los problemas de la discriminación,
en los términos del mandato de esta Conferencia, debe abordar también
la situación de otros grupos, como las mujeres, los niños, las
niñas, los adolescentes, los ancianos, los más pobres y las personas
afectadas por discapacidades. Sobre éstos se acumulan distintas formas
de exclusión. Creemos que la discriminación múltiple es
un hecho innegable que debemos impostergablemente analizar en toda su complejidad.
Como lo señalara el Presidente de Chile Ricardo Lagos en su discurso de Clausura de la Conferencia Regional de las Américas "avanzar en esta dirección obliga de una manera muy definida a tener la capacidad y la voluntad política de discriminar en la asignación de recursos de una manera positiva. Igualdad de oportunidades no es dar a todos iguales posibilidades desde punto de vista del Estado en cuanto a recursos y acceso financiero. Igualdad de oportunidades significa estar a favor de los más débiles, de aquellos respecto de los cuales la sociedad ha discriminado en el pasado".
Esta Conferencia está marcada por la globalización que, si bien constituye una fuerza positiva y una fuente de oportunidades, genera crecientes preocupaciones. Sin duda, frente a la sensación de inseguridad que da la falta de participación en la gobernabilidad del mundo emergente, estamos presenciando una reafirmación de identidades que requiere de nuevas comprensiones. Es evidente que en el futuro la globalización irá acompañada por una acentuación de las dimensiones particulares de cada una de las sociedades locales. Asegurar la igualdad y el respeto de las culturas y el diálogo armónico entre las mismas es una condición para vivir en un mundo más justo y democrático.
En Durban se abre una nueva esperanza que debe ir acompañada de compromisos para la acción. Esto debe traducirse en políticas públicas de promoción de la aceptación y la tolerancia, que no es una tarea reservada sólo al Estado. Es imprescindible contar con el apoyo ciudadano y con el aporte de las organizaciones de la sociedad civil. Su participación, la de las víctimas de la discriminación y la del conjunto de las comunidades permitirán avanzar en el desarrollo de una cultura de dignidad de las personas y de derechos ciudadanos.
Eso es lo que quedó plasmado en la Conferencia de Santiago, en su Declaración
y en el Plan de Acción. Allí ningún tema quedó fuera
de la agenda, incluso aquellos que hoy aparecen como serios obstáculos
al consenso en esta Conferencia Mundial. Fuimos capaces de llegar a acuerdos
políticos trascendentes para la lucha contemporánea contra el
racismo, la xenofobia, la discriminación y la intolerancia, incorporando
en la discusión a nuestra sociedad civil.
Hoy, tenemos el desafío de superar diferencias y concluir con resultados
concretos. Nos lo exigen las víctimas de la discriminación y la
intolerancia, cotidianamente impedidas de realizar un proyecto de vida. También
es requisito para la existencia de sociedades de mayor calidad puesto que la
desigualdad y la marginación afectan a masas gigantescas que reclaman
reconocimiento de un mundo que los mantiene al margen de los frutos del desarrollo
y del respeto a los derechos humanos.
Sudáfrica ha simbolizado históricamente la lucha contra el racismo.
Hoy como ayer el mundo une su voz para avanzar en igualdad y en dignidad para
todos. Hagamos de Sudáfrica el inicio de un nuevo camino de dignidad
y progreso. De una humanidad en que los agravios del pasado no son el centro
del presente sino una lección para permitirnos mirar hacia el futuro
con orgullo y optimismo, en el cual los seres humanos seamos dignos, libres
y tolerantes. Y para que todos puedan decir con el poeta don Pablo Neruda en
su "Canto General".
Por fin soy libre, adentro de los seres. Entre los seres, como el aire vivo,
Y de la soledad acorralada salgo a la multitud de los combates, libre porque
en mi mano va tu mano, conquistando alegrías indomables.
Finalmente, traigo el mensaje de nuestro pueblo: Es tiempo de superar los resabios
de la discriminación y de construir un mundo libre, justo e igualitario
para todos, sin exclusión. El desafío es nuestro y ya no puede
esperar.
Muchas Gracias.