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Xº Congreso de las Naciones Unidas
sobre Prevención del Delito y Justicia Penal,
Salvador, Brasil, del 12 al 19 de abril de 2010

Décimo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente

Nuevo tratado mundial para combatir la «Esclavitud Sexual» de mujeres y niñas

Los expertos legales están finalizando un tratado internacional único que permitirá a las naciones avanzar considerablemente en su lucha contra la trata de mujeres y niños, una amenaza mundial relacionada cada vez más con la delincuencia organizada.

Anualmente, miles de mujeres y niñas en todo el mundo son objeto de este tráfico y se ven empujadas al intercambio sexual ilícito. Y aunque algunas lo hacen por decisión propia, muchas son forzadas a prostituirse en contra de su voluntad.

El protocolo del nuevo tratado-la propuesta Convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada transnacional-tiene como objetivo proteger a las víctimas inocentes y tomar medidas enérgicas contra los traficantes.

En el Décimo Congreso sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, que se celebrará en Viena en abril del 2000, se discutirán no sólo la Convención sino también el Protocolo, que deberán quedar aprobados para ser adoptados por la Asamblea del Milenio de las Naciones Unidas a fines del 2000.

En años recientes, este tipo de trata ha crecido enormemente debido a las grandes ganancias que genera y a que los riesgos son relativamente mínimos. Muchas naciones carecen de leyes específicas contra la trata de personas y poseen pocas sobre la trata de mujeres. Las leyes existentes no siempre se aplican y con frecuencia los traficantes escapan fácilmente por falta de pruebas.

Miles de prostitutas ilegales

Según Schiavi (Esclavos), libro publicado en mayo de 1999 del que es autor Pino Arlacchi, Director Ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas de Fiscalización de Drogas y de Prevención del Delito, en los Estados Unidos trabajan en la actualidad al menos 100.000 prostitutas que han inmigrado ilegalmente al país. En el Informe mundial de las Naciones Unidas sobre la delincuencia y la justicia, publicado recientemente, se calcula que entre 40.000 y 50.000 mujeres tailandesas están trabajando ilegalmente como prostitutas en el Japón.

El número de personas que participan del comercio sexual ilícito en la Unión Europea oscila, según el Informe mundial, entre 200.000 y medio millón, dos tercios de las cuales aproximadamente provienen de Europa oriental y el otro tercio de países en desarrollo.

Desde que se abrieron las fronteras al finalizar la guerra fría hace casi una década, la trata de mujeres y niños desde los países de Europa central y oriental ha crecido vertiginosamente. Un estudio innovador de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de 1999 reveló que la trata de personas en esta región-que solía ser mínima- ahora compite con la de las regiones «tradicionales», como Asia, África y el Caribe.

De acuerdo con el informe de la Organización Internacional para las Migraciones, las autoridades de Alemania registraron 1.572 casos de mujeres víctimas de prácticas atroces en 1996, un 80 por ciento de las cuales provenía de países de Europa central y oriental y de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Además, de 1994 a 1995 se registraron en Viena 751 casos de mujeres objeto de trata, o sea unas seis veces más que en 1990.

Los traficantes obtienen grandes sumas de dinero por sus víctimas. Las prostitutas asiáticas pueden costar hasta 20.000 dólares cada una en los Estados Unidos y el Japón. Se ha informado de que un traficante importó mujeres a Bélgica desde África y las vendió por 8.000 dólares cada una. De igual forma, las casas de prostitución representan un gran negocio. Las prostitutas rusas ganan cerca de 7.500 dólares mensualmente en Alemania, de los que el propietario del establecimiento se queda por lo menos con 7.000 dólares.

Las ganancias de las casas de prostitución y los precios que piden las prostitutas son indicadores de la gran demanda de sus servicios tanto en las naciones industrializadas como en los países en desarrollo. En algunas partes de Asia ha crecido la demanda como consecuencia del aumento del turismo sexual, aunque Human Rights Watch ha informado de que la demanda local es también considerable en esta región.

La delincuencia organizada ha aprovechado esta situación para obtener altas ganancias. La encuesta de la Organización Internacional para las Migraciones revela que, de unas casi 15.000 mujeres procedentes de la Federación de Rusia y Europa oriental que trabajan en los distritos de «luz roja» de Alemania, muchas lo hacen en casas de prostitución, clubes sexuales, salones de masaje y baños turcos que están bajo el control financiero de grupos delictivos de la Federación de Rusia, Turquía y la ex Yugoslavia. Según Schiavi, los grupos de delincuencia organizada de Asia controlan directamente cerca del 70% de la industria del sexo en los Estados Unidos.

Cuando Ana tenía 17 años respondió a un anuncio en su pueblo natal, Szecin, en Polonia, y empezó a trabajar como criada en la residencia de Piotr Ruso, un conocido suyo. Allí Ana conoció a Dzem, de origen turco, y a su novia Olympia, quienes la tentaron ofreciéndole un trabajo similar en la casa de ambos en Berlín.
Cuando los tres llegaron a Berlín, Dzem y Olympia  le dijeron que iban a ir a visitar a un amigo y le pidieron a Ana que se maquillara y se pusiera un traje elegante. La llevaron a una casa vieja y le dejaron saber a Ana que ésa iba a ser su primera cita como prostituta.
Horrorizada y atónita, Ana trató de escapar, pero como habían cerrado la puerta con cerrojo quedó atrapada en la habitación con un hombre de unos 60 años, maloliente y que aparentaba estar muy ebrio. Por temor, Ana debió someterse durante 90 minutos a esta penosa experiencia sexual, hasta que Dzem y Olympia regresaron por ella.
Ana protestó con vehemencia y les dijo que quería regresar a su casa, pero la pareja la golpeó severamente y le quitó su cédula de identidad. Ana fue forzada a prostituirse y a satisfacer de cinco a seis clientes cada noche, ya que era vigilada constantemente y temía ser objeto de más violencia.
Dzem y Olympia vendieron a Ana, y ella terminó finalmente en una casa de prostitución cerca de Zurich, Suiza. Un cliente en quien Ana confiaba le tomó lástima y alertó a la policía, que allanó el establecimiento y arrestó a los dueños. Ana fue deportada a Polonia después de un mes de interrogatorios policiales. Posteriormente la policía arrestó a Pietr Ruso, a quien sospechaba de haber vendido al menos 71 mujeres polacas a agencias extranjeras.

Un círculo de violencia

La trata de personas se ha incrementado en áreas de gran desempleo y con crisis financiera, donde las mujeres están ansiosas de aceptar trabajo en otros lugares. Así son atrapadas en la red del tráfico a través de anuncios que les ofrecen trabajo como artistas, modelos, sirvientas, ayudantes de cocina, o incluso novias. Algunas caen también en la red a través de amigos o conocidos.

Una vez que son atrapadas, las víctimas viven en un círculo de amenazas, violencia y prostitución forzada. Y temen constantemente ser arrestadas porque sus pasaportes o cédulas de identidad les han sido confiscados o destruidos.

Generalmente las mujeres tienen que trabajar en las mismas habitaciones en que viven, de reducido espacio y en condiciones insalubres. Según Human Rights Watch, se les encierra y se les agrede físicamente, con quemaduras de cigarrillos, cuchillos o corriente eléctrica.
Muchas mujeres trabajan como prostitutas durante años en condiciones de «servidumbre por deudas», supuestos contratos que obligan a las mujeres a reembolsar gastos siderales por su pasaje antes de ser liberadas. Con frecuencia, tienen que pagar también por los altos honorarios que los dueños de las casas de prostitución pagan a los traficantes.

La prostitución forzada ha resultado fatal para muchas mujeres y niñas que han sido objeto de trata y que han contraído el VIH causante del SIDA. Recientemente Human Rights Watch entrevistó a 19 mujeres birmanas víctimas del tráfico a Tailandia y 14 de éstas ya estaban infectadas con la temible enfermedad.

La amenaza del VIH/SIDA ha llegado a todos los niveles de la prostitución infantil. La industria del sexo en Tailandia, al saber que algunos de sus clientes podían tener temores de contraer el SIDA, ha recurrido frecuentemente a captar a niñas jóvenes de remotos poblados que se piensa no son portadoras del virus.

Karo, un proyecto humanitario que desarrolla actividades en la frontera checo-alemana, brinda tratamiento principalmente a jóvenes de 12 a 18 años de edad. Según Karo, la edad promedio de los jóvenes ha disminuido porque los clientes de la prostitución temen cada vez más contraer el VIH/SIDA u otras enfermedades.

Al igual que sucede con la trata de mujeres, la gran demanda en la industria del turismo ha provocado un gran aumento en la trata de niños. En un informe de la INTERPOL se especifica que: «El increíble aumento de la prostitución infantil es consecuencia directa del intercambio turístico. La prostitución infantil es la atracción de última moda que se ofrece en los países en desarrollo. Lo que más se asemeja a este fenómeno en los países occidentales es la explosión del intercambio ilícito de pornografía infantil ...».

Niños vendidos o secuestrados

Las víctimas infantiles se encuentran fácilmente. En algunas regiones, los padres venden sus hijos a los traficantes por dinero en efectivo. En otros casos, los traficantes sencillamente secuestran a los niños. Los secuestros ocurren comúnmente en orfanatos, donde se toman las fotos de los niños para que los futuros «dueños» puedan escoger al niño de su preferencia.

De acuerdo con Human Rights Watch, cerca del 10 por ciento de los 900.000 niños que trabajan en la fabricación de alfombras en Nepal han sido secuestrados y más del 50 por ciento han sido vendidos por sus padres. Algunos trabajan en las fábricas durante el día y en las casas de prostitución por la noche.

Los organismos internacionales han mostrado cada vez más preocupación por la generalizada trata y explotación de niños. Human Rights Watch hace referencia a un informe reciente sobre Camboya, donde muchos menores son comprados para luego ser vendidos a casas de prostitución mientras otros terminan como esclavos trabajando en servicios domésticos o en la construcción. Otros más son forzados a formar parte de grupos organizados de mendigos.

Según Anti-Slavery International, los niños de 5 a 15 años son «reclutados» o secuestrados en las aldeas más apartadas de los países más pobres de África, como Benin o Togo, para ser vendidos como esclavos en domicilios, plantaciones o casas de prostitución en países vecinos, incluidos Nigeria y Gabón.

El problema es también muy serio en América Central y América del Sur, donde un gran número de niños de la calle son presa fácil de los traficantes. De acuerdo con el Informe mundial de las Naciones Unidas, existe una estrecha relación entre la drogadicción y la prostitución en Chile. Los traficantes y los proxenetas hacen que los niños de tan sólo nueve, diez u once años desarrollen adicción a inhalantes como la goma de bencina y el pegamento, para luego mantenerlos adictos.

Cuando «Neela» tenía 14 años, su padrastro la sacó de su aldea en Nepal y la llevó a un suburbio de Kathmandu, donde uno de sus amigos le ofreció trabajo en una fábrica de alfombras. Unos meses después, un joven compañero de trabajo le sugirió ir a otro pueblo donde encontrarían mejores condiciones de trabajo. Neela estuvo de acuerdo y su padrastro, el amigo de éste y el joven trabajador la sacaron de la fábrica.
Después de viajar seis días en autobús, llegaron a Bombay. Una vez allí, Neela fue conducida a un templo y allí le presentaron a dos mujeres que la llevaron a una casa donde estaban durmiendo unas 16 o 17 niñas en el suelo.  Después la llevaron a una habitación aislada de «entrenamiento» en la que permaneció por tres meses y donde supo que la habían vendido por 500 dólares y que tendría que trabajar allí como prostituta para pagar su deuda. Neela nunca fue golpeada por ser la más joven del grupo, pero sí vio como otras niñas sangraban por sus bocas al ser golpeadas severamente cuando trataban de huir.
Después de haber permanecido casi un año en la casa de prostitución, Neela fue recogida por la policía durante una redada y llevada a un refugio infantil. Neela decidió no reunirse con su familia y permanecer en el refugio porque estaba apenada al saber que portaba el VIH.

Las mujeres son declaradas culpables, pero los traficantes quedan en libertad

Una de las razones que han propiciado el éxito de los traficantes y el incremento de sus negocios de prostitución a escala mundial es que tanto los gobiernos como las organizaciones de derechos humanos se han limitado a declarar a las mujeres culpables de prostitución y han subestimado el papel que desempeñan los traficantes. Además, muchas mujeres son deportadas inmediatamente a sus países antes de poder presentar pruebas contra los traficantes.

Los que sufren en realidad son las víctimas del tráfico y no los traficantes. Por ejemplo, las leyes en Tailandia y las normas internacionales contra la trata de personas establecen que las víctimas de tráfico de Myanmar pueden regresar sin sufrir penalidades por parte de ambos gobiernos. Sin embargo, en la práctica estas víctimas enfrentan la deportación y la privación de su libertad.

Según Human Rights Watch, 148 niñas y mujeres de Myanmar fueron arrestadas como resultado de un reciente allanamiento en Ranong, Tailandia. Se informó que unas 58 mujeres fueron devueltas a las autoridades en Kawthaung, Myanmar, donde fueron sentenciadas a tres años de cárcel por haber abandonado el país ilegalmente. Los traficantes, sin embargo, quedaron libres.

A pesar de la existencia de numerosas leyes que penalizan la trata de mujeres y niñas en la India y Nepal, el tráfico todavía se practica en ambos países. Human Rights Watch ha encontrado que la policía y otros oficiales del gobierno están en colusión con los traficantes en diferentes puntos de las rutas, pero se ha hecho muy poco para investigar estos cargos y castigar a los responsables.

El tratado de las Naciones Unidas castigará a los traficantes

Si es aprobado, el protocolo contra la trata de personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la propuesta convención de las Naciones Unidas contra la delincuencia organizada transnacional, obligaría a las naciones a condenar la trata o actos relacionados y castigaría a los delincuentes. Las naciones también se comprometerían a proteger a las víctimas inocentes, incluidos el cuidado de los niños y la adopción de leyes inmigratorias que permitiesen a las víctimas permanecer en su territorio de forma temporaria o permanente.

El protocolo intensificaría la persecución de los traficantes. Las naciones estarían de acuerdo en cooperar en la búsqueda de traficantes y víctimas, así como de los métodos empleados para el tráfico, incluidos el reclutamiento, las rutas y las conexiones entre individuos y grupos de traficantes.

Al considerar a la trata de mujeres y niños (personas) como un elemento de la delincuencia organizada, el protocolo actualizaría los intentos anteriores de la comunidad internacional por combatir esta amenaza. Las naciones han decidido que es necesario buscar una rápida solución para hacer frente a las crecientes redes de tráfico que se expanden de forma amenazante. El protocolo tiene como objetivo servir de instrumento legal poderoso para combatir el tráfico y lograr un mejor balance entre el cumplimiento de la ley y la protección de las víctimas.

Medidas internacionales contra la trata de mujeres y niños

El primer tratado internacional de las Naciones Unidas que denunció el tráfico de personas fue el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena de 1949 (Convenio sobre la trata). Por este tratado, las naciones acordaron castigar a los traficantes y dueños ilegales de casas de prostitución y a sus cómplices. Las naciones también se comprometieron a proteger y repatriar con seguridad a las víctimas del tráfico.

La más reciente Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), que fue adoptada en diciembre de 1979, reforzó el Convenio sobre la trata y sus obligaciones de reducir el tráfico de mujeres.

La Comisión de las Naciones Unidas de Derechos Humanos adoptó una resolución en 1994 que demanda la eliminación de la trata de mujeres con fines de prostitución. La asignación subsiguiente de un Relator Especial sobre la violencia contra la mujer, así como su continua labor en relación con la venta de niños, la prostitución y la pornografía infantil, han contribuido a prestarle más atención al problema del tráfico.

Recientemente, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó el Convenio sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil, que declara ilegal la esclavitud infantil, la explotación sexual y el trabajo peligroso, incluido el reclutamiento forzado de niños para ser utilizados en conflictos bélicos.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han combatido también la trata y la prostitución incluyendo estos aspectos en sus programas.

El UNICEF ayuda a las naciones en la aplicación de la Convención de 1989 sobre los Derechos del Niño, que obliga a las naciones a proteger a los niños contra la explotación y el abuso sexual y a evitar por todos los medios la compra, la trata o el secuestro de niños. Además, la organización ha emprendido una iniciativa para combatir el trabajo infantil que incluye a 29 naciones.

El PNUD y el UNIFEM están coordinando conjuntamente una campaña entre organismos de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos de la mujer en América Latina y el Caribe en su empeño por aumentar la conciencia del público sobre el elevado costo social y económico que provoca la violencia contra la mujer. Además, una nueva iniciativa de la Organización Mundial de la Salud investiga las consecuencias tanto psicológicas como físicas que resultan de la violencia contra la mujer en varias naciones e insta a las organizaciones de la salud a concentrar sus esfuerzos en el tema.

La INTERPOL ha celebrado varias conferencias sobre el tráfico y ha tratado de coordinar las actividades de los organismos encargados del cumplimiento de la ley en puntos fronterizos para impedir la trata de niños.

Publicado por el Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas
DPI/2088/A

 

 

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