Intervención Del Sr. Lennart Båge
Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo Monterrey, México
Señor Presidente,
Es un honor para mí poder dirigirme a la sesión ministerial de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo. El objetivo básico de la Financiación para el Desarrollo fue definido por los dirigentes mundiales en la Cumbre del Milenio, cuando se comprometieron a reducir la pobreza a la mitad para el año 2015 y a lograr los demás objetivos de desarrollo fijados en dicha Cumbre. Actualmente, más de 1200 millones de seres humanos viven todavía en situación de pobreza extrema, intentando subsistir con menos de un dólar diario. Tres cuartas partes de ellos, es decir, cerca de 900 millones, viven en zonas rurales y la mayoría de la población pobre seguirá siendo rural en 2025. Si reducir la pobreza es el objetivo principal de la cooperación para el desarrollo, ésta ha de dirigirse principalmente hacia donde se encuentran los pobres, es decir, las zonas rurales. El contenido de la asistencia al desarrollo tiene una importancia tan fundamental como su orientación. No cabe duda de que la inversión en salud y educación es primordial, en particular si se tiene en cuenta la pandemia del SIDA y otras enfermedades susceptibles de contagios masivos. Sin embargo, habida cuenta de que la mayoría de la población pobre y vulnerable vive en zonas rurales, la mayor parte de los gastos de carácter social ha de dirigirse a esas zonas, en especial a los sistemas primarios de salud y educación. No obstante, es improbable que las inversiones de carácter social sean sostenibles por sí mismas si no aumenta la producción y suben los ingresos. Tanzanía, por ejemplo, en los años setenta y principios de los ochenta, logró una mejora impresionante de las inversiones y de los indicadores sociales. Sin embargo, tales mejoras han resultado de dificil sostenimiento porque no se logró aumentar la producción y los ingresos a un ritmo comparable. Por tanto, es necesario establecer un equilibrio entre las inversiones de carácter social y las que sirven de apoyo a las actividades productivas de la población pobre. La mayoría de los 900 millones de personas que componen la población rural pobre depende para su subsistencia de la agricultura y de las actividades y servicios conexos. El medio más eficaz para reducir la pobreza consiste en crear las condiciones para que los pequeños agricultores -especialmente si son mujeres, ya que en muchos países son ellas quienes cosechan la mayoría de los productos alimenticios- y los demás grupos de población rural pobre puedan mejorar su productividad y sus ingresos. Ello exige que se apliquen políticas que promuevan el crecimiento rural y agrícola. Desgraciadamente, las tendencias que muestra la asistencia oficial al desarrollo (AOD) en los últimos años han sido exactamente las contrarias. De hecho, entre 1988 y 1999, el porcentaje de la AOD destinado al sector rural disminuyó drásticamente y el volumen de dicha asistencia a la agricultura se redujo casi a la mitad. Según estimaciones de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), en la actualidad la AOD a la agricultura representa sólo un 8% del total, aproximadamente. Sólo un 8% de la AOD se destina a mejorar los medios de vida de tres cuartas partes de la población pobre. ¿Tiene esto sentido? Históricamente, a excepción de unos pocos países ricos en minerales, el crecimiento económico y el desarrollo siempre inician con el crecimiento de la productividad y la producción agrícolas. Así fue en la Inglaterra del siglo XVIII y así fue, en el siglo XX, en los países asiáticos de rápida crecimiento. Hoy, en muchos países de bajos ingresos, gran parte del empleo total es atribuible a los pequeños agricultores y a los puestos de trabajo conexos en zonas rurales, y lo mismo sucede con una parte sustancial de las exportaciones. En esos países, es difícil ver cómo puede promoverse un crecimiento económico sostenido si no se mejora la productividad agrícola y el crecimiento del sector. Señor Presidente: Reducir la pobreza a la mitad en 25 años es un objetivo que puede conseguirse. De hecho, en algunos países de Asia oriental e incluso en algunas provincias de la India, que son mayores que muchos países, entre 1975 y 2000 se logró reducir en un 50% o más los niveles de pobreza. Así que ese objetivo, sin duda, se puede alcanzar. El reto es adoptar las políticas adecuadas y movilizar los recursos necesarios para esta labor. En informes preparados para esta Conferencia y para el Comité para el Desarrollo se sugiere que, para que puedan cumplirse los objetivos fijados en la Cumbre del Milenio, es preciso aumentar la AOD en una cifra anual situada entre USD 50 000 y USD 54 000 millones, lo que significa duplicar aproximadamente el nivel actual. Puesto que tres cuartos de la población pobre vive en zonas rurales, parece razonable esperar que se canalice también hacia el sector rural un porcentaje comparable de esos recursos, equilibrándose mejor las inversiones de carácter social y las que se destinan a actividades productivas e infraestructura. Aunque no cabe duda de que duplicar la AOD es un objetivo ambicioso, lo más importante es que en Monterrey se muestre el camino a seguir para aumentar la asistencia al desarrollo. Señor Presidente: El FIDA es un organismo que a lo largo de sus 25 años de actividad ha centrado exclusivamente su atención en la pobreza y, en particular, en la pobreza rural. Este año, el Consejo de Gobernadores del FIDA, en su reunión anual, adoptó como lema general "Financiación del desarrollo: la dimensión rural". En esa reunión del Consejo de Gobernadores, en la que el Presidente de Nigeria, Excelentísimo Señor Obasanjo, pronunció el discurso principal, los Gobernadores, representantes de los 162 Estados Miembros del Fondo, reflexionaron sobre estas ideas en sus declaraciones y se produjo un diálogo político. Permítanme que cite algunos fragmentos de la declaración final del Presidente, en la que resumía los debates en nombre del Consejo. "Los Gobernadores han tomado nota de que para lograr el objetivo hay que acelerar sustancialmente el ritmo actual de reducción de la pobreza. Tomando nota además de que la gran mayoría de la población pobre vive en zonas rurales en las que la agricultura y las actividades conexas son el principal medio de subsistencia, los Gobernadores han subrayado también la importancia de aumentar la tasa de desarrollo rural y agrícola. Este objetivo es,fundamental para acelerar las tasas generales de crecimiento nacional y crear las condiciones para que la población rural pobre pueda abrirse paso y salir de la pobreza. Un Gobernador subrayó el carácter fundamental que adquiere el desarrollo agrícola si se quiere aliviar la pobreza de los ciudadanos más desprovistos del mundo, la mayoría de los cuales vive en zonas rurales. A este respecto, nuestro invitado de honor, el Excmo. Sr. Presidente
Obasanjo, destacó que "la reducción de la pobreza rural ha
de seguir siendo el eje central de la agenda mundial del desarrollo ".
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