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(* inglés)

Mensaje del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el Día Internacional de la Paz,

19 de septiembre de 2008

El número cada vez mayor de comunidades que celebran el Día Internacional de la Paz es prueba del profundo deseo de los pueblos de vivir en un mundo en paz. Como sacerdote, aspiro a ser tanto mensajero como gestor del establecimiento de la paz. Al asumir mis funciones como Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, soy plenamente consciente de que miles de millones de personas de todo el mundo abrigan la esperanza de que las Naciones Unidas pongan fin a la guerra y a la violencia sin sentido provocada por el hombre.

Al contrario de lo que comúnmente se cree, la guerra y la violencia organizada han disminuido drásticamente durante las dos últimas décadas, y a las Naciones Unidas les corresponde parte del mérito. Pero es igualmente cierto que durante el mismo período se han perpetrado algunas de las peores violaciones contra la humanidad, entre ellas la obscenidad del genocidio. Sin duda, la sociedad civil, a través de organizaciones no gubernamentales y personas individuales, realizó una labor de activismo y promoción que sirvió para plantar cara a esta locura, con diferentes grados de éxito, y trató de frenar a los gobiernos que pretendían reafirmar su poder, tanto militar, como económico y social, de muy diversas maneras.

La violencia generalizada persiste y está demasiado presente en el mundo de hoy, ya sea abiertamente en guerras de agresión y conflictos civiles, ya sea de forma menos evidente pero igual de letal, como violencia estructural que niega a los pobres su derecho al desarrollo. La única manera duradera de superar la lógica de la violencia y sus manifestaciones es trabajar con fervor para desguazar las herramientas utilizadas para librar la guerra y reemplazar la lógica del “yo” y el “mío” con la del “nosotros” y el “nuestro”. Ello significa ser plenamente conscientes de nuestra interconexión con la vida de los demás y con nuestro planeta y sus recursos.

Es apropiado que el Día Internacional de la Paz coincida prácticamente con la apertura del nuevo período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas cada mes de septiembre, ocasión en que los representantes de los 192 Estados Miembros se reúnen para renovar su compromiso de trabajar juntos en pro de la paz mundial, la erradicación de la pobreza y el avance progresivo de los derechos humanos.

Hagamos una pausa para reflexionar sobre la enorme importancia de tener un mundo en paz. Consideremos la relevancia del comentario que hizo Albert Einstein poco después del asesinato de Mahatma Gandhi en 1948: “El futuro de la humanidad sólo será tolerable cuando nuestra actuación, tanto en los asuntos humanos como en otros asuntos, se base en la justicia y el derecho, y no en la amenaza del poder por sí solo como ha ocurrido hasta ahora.”

Los aliento a aprovechar este día como oportunidad para reflexionar sobre una verdad fundamental: nuestra humanidad compartida y nuestra responsabilidad de ser solidarios con nuestros hermanos y hermanas necesitados, independientemente de que vivan a nuestro lado o en la otra punta del mundo. Y hago un llamamiento a todos, en especial a los jóvenes, para que se unan a los miles de millones de personas que se dedican a construir un mundo mejor y están convencidos de que la lógica del amor y la compasión deben tenerse en cuenta en los asuntos mundiales.

No debemos engañarnos nunca, ni dejar que otros aleguen que la paz es simplemente la ausencia de guerra o un estado exaltado de impasibilidad. La paz mundial sólo se conseguirá mediante la resistencia activa a todo aquello que anule o rebaje la dignidad humana, y librar la paz es, por lo tanto, un acto eminentemente político y a menudo provocador. Hoy en día, significa trabajar por el desarme y el control nuclear, no sólo por la no proliferación. Supone aplicar los instrumentos de que disponemos, respetando plenamente su espíritu, y cumplir con nuestras obligaciones internacionales, ya sean ecológicas, humanitarias, financieras, económicas o relacionadas con los derechos humanos.

Las Naciones Unidas siguen siendo protagonistas de estos esfuerzos. Los Estados Miembros se comprometieron a respetar los principios enunciados en la Carta de la Organización y a acatar un acervo cada vez mayor de derecho internacional. Si logramos que los gobiernos, las instituciones financieras internacionales y las empresas cumplan sus obligaciones internacionales y de derechos humanos, la paz y la seguridad mundiales tendrán posibilidades de prosperar. Los exhorto a que se familiaricen con la Declaración Universal de Derechos Humanos, que cumple su 60º aniversario el 11 de diciembre. Este documento sigue siendo hoy tan extraordinario como cuando se aprobó en 1948.

Les pido que examinen y apoyen los esfuerzos de las Naciones Unidas para llevar la paz a zonas afectadas por conflictos y que rindan homenaje al personal de paz de la Organización, más de 100.000 soldados, agentes de policía y funcionarios civiles que están desplegados en todo el mundo para mantener la paz, prevenir los conflictos y proteger los frágiles procesos de paz. Este año también celebramos el 60º aniversario de los Cascos Azules de las Naciones Unidas. Les ruego que se familiaricen con los lugares conflictivos y con la naturaleza de esos conflictos e intenten participar en su solución, con pequeños o grandes actos.

El programa de desarrollo de la Organización, estructurado en torno a los ocho objetivos de desarrollo del Milenio, se propone reducir drásticamente la pobreza extrema en todo el mundo. No obstante, sin la paz, los objetivos de desarrollo del Milenio no podrán conseguirse en el plazo establecido, es decir, para 2015. Además, con cada nueva familia pobre en el mundo, disminuyen nuestras esperanzas de lograr la paz. Hago un llamamiento a todos para que conozcan los objetivos de desarrollo del Milenio y contribuyan a poner fin a la pobreza extrema.

Nosotros, y en especial los jóvenes, tenemos la oportunidad de utilizar las tecnologías modernas para promover la paz mundial y crear conciencia al respecto. Tenemos la ventaja de disponer de comunicaciones inmediatas que nos ayudan a informar, protestar y organizar, y a presionar a nuestros dirigentes, en los planos comunitario, nacional e internacional, para que cumplan sus promesas. Les ruego que permanezcan comprometidos.

Este año, las Naciones Unidas alientan a quienes tengan acceso a teléfonos celulares y a la Internet a que envíen sus mensajes personales de paz unos a otros, a los representantes de sus gobiernos y a la propia Asamblea General. Como Presidente de la Asamblea General, recibiré gustosamente sus mensajes, que nos podrán enviar a nuestro sitio web especial (peaceday2008.org). Espero con interés leer sus mensajes de apoyo y sus consejos, que transmitiré a los dirigentes mundiales que se reunirán aquí en las Naciones Unidas la próxima semana. Juntos lograremos avanzar, apoyándonos en nuestras aspiraciones comunes de esperanza y paz para todos.