Discurso pronunciado en la Reunión de alto nivel sobre las necesidades de África en materia de desarrollo

22 de septiembre del 2008

Señor Secretario-General,
Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno,
Excelencias,
Hermanos y hermanas,

Es un privilegio para mí darles la bienvenida en esta primera reunión de trabajo sustantivo de esta sexagésima tercera sesión de la Asamblea General. Me complace de manera particular que comencemos nuestro trabajo colectivo con un tema tan urgido como es el de "Las necesidades de desarrollo de África: el estado de implementación de varios compromisos, desafíos, y el camino para seguir adelante".

Durante la Cumbre del Milenio, decidimos dedicarle una atención especial a las necesidades de desarrollo de África porque, en gran medida y a lo largo de la historia, África ha sido un continente sacrificado, saqueado, asesinado y, por último, olvidado. Ante las irreparables injusticias de la historia y los inherentes estragos de la colonización, en septiembre del año 2000 asumimos un compromiso colectivo para con nuestras hermanas y hermanos africanos.

Casi una década después, es oportuno evaluar los progresos que se han realizado en lo que definimos en la Declaración del Milenio. En tal sentido, cabe subrayar los avances democráticos considerables e innegables que ha tenido el continente africano con la celebración de elecciones y la resultante instalación de gobiernos electos a lo largo y ancho de la hermosa África.

También quiero saludar muy especialmente la creación en el año 2000 de la Unión Africana y la puesta en marcha de la estratégica Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD) que marcaron, sin lugar a dudas, un hito en la historia de África y en el empoderamiento de su propio proceso de desarrollo político, económico y social.

Sin entrar en el pormenor de los numerosos alcances africanos en materia de buena gobernanza que aparecen ampliamente detallados en el informe del Secretario General, me parece importante destacar el Mecanismo de examen entre los propios países africanos (el Peer Review Mechanism), instrumento de auto-supervisión que obliga a los líderes africanos a ser examinados por sus pares en todo lo relacionado a la buena gobernanza, derechos humanos, políticas macro-económicas, etc.

Asimismo, quiero recalcar que África, además de haber ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre la lucha contra la corrupción, ha adoptado la Convención de la Unión Africana sobre la prevención de la corrupción y la lucha contra ésta. Esta última cuenta ya con la ratificación de todos los miembros de la Unión Africana.

Distinguidos dignatarios, amigos todos,

África ha cumplido con creces con sus propios compromisos políticos, económicos y sociales, pero para consolidar los progresos logrados y alcanzar nuestro propósito de afianzar a África ante los desafíos de desarrollo que enfrenta, la comunidad internacional y en especial los países donantes y las instituciones de Bretton Woods, pues todos nosotros tendremos que cumplir cabalmente con los compromisos asumidos y complementar de manera decisiva los esfuerzos realizados por las naciones africanas.

En efecto, los retos que encara África son aún gigantescos pero, por valientes que sean sus naciones y sabemos que lo son, África sola no logrará salir adelante. Los progresos realizados por los países africanos en materia de crecimiento económico son reales pero tienen que ser fortalecidos de manera decisiva por acciones concretas como por ejemplo el alivio más consecuente de la deuda externa. El relativo progreso registrado en esa área no puede obviar que se siguen aplicando injustamente condicionalidades por parte de las instituciones de Bretton Woods y los países acreedores, condicionalidades que tienen el efecto perverso, no solamente de impedir que se lleven a cabo de forma efectiva los programas de lucha contra la pobreza sino que contribuyen a exacerbar las condiciones de vida de decenas de millones de habitantes, sumiéndolos aún más en una pobreza de la que supuestamente estas instituciones deberían salvarlos.

La integración de África en la economía mundial también pasa por garantizarle acceso al mercado internacional. Más allá de los modestos esfuerzos en materia de ayuda para el comercio, el elemento toral que permitirá el pleno acceso al comercio radica en la eliminación de los subsidios de los países desarrollados a sus industrias, y más especialmente a sus productores agrícolas.

El fracaso de la ronda comercial de Doha ilustra con claridad meridiana los límites de esa apología a la libertad del mercado a los que algunos han sometido al resto del mundo. Pues, el canto de esos mismos predicadores del liberalismo a ultranza cambia inmediatamente al vislumbrar que su poderío económico pueda ser un tantito amenazado y que sus ciudadanos puedan sufrir los embates a los que someten a los demás.

Hago pues nuevamente un llamado a que trabajemos de manera mancomunada y con solidaridad de hermanos para que se eliminen las distorsiones del mercado generadas por los subsidios de los países desarrollados, ya que han jugado un papel central en la agudización de la crisis alimenticia mundial que presenciamos. Tenemos que aunar esfuerzos para que desaparezcan ésta y demás causas estructurales que ponen en peligro la vida de millones de personas.

Esta crisis ha tenido desde luego un impacto terrible en las poblaciones Africanas y ha desvanecido la escasa probabilidad que existía de reducir a la mitad para el año 2015 la cantidad de personas que sufren del hambre en el continente Africano.

En tal sentido, es imperioso que se materialice la transferencia de la necesitada tecnología para dotar a las naciones africanas de nuevos instrumentos que les permita garantizar alimentos para la vida, seguridad y soberanía alimenticia. Dicha transferencia también se requiere con el mismo carácter de urgencia para que la adaptación de los países Africanos al desastroso fenómeno del Cambio Climático se vuelva una realidad y no la expresión de una mera quimera.

Asimismo quiero recordar que el principio mismo de responsabilidad compartida pero diferenciada es un elemento fundador de los compromisos internacionales relacionados al desarrollo sostenible. Ese es el principio que obliga moral y jurídicamente a los países desarrollados a implementar sus numerosos compromisos relacionados al desarrollo sostenible, inclusive en materia de transferencia de tecnología.

Desde el punto de vista ético, esta necesidad se vuelve tanto más apremiante en tanto que resulta totalmente incongruente que las industrias extractivas multinacionales sean capaces de generar masivos e impresionantes capitales desde tierras, carne y sangre africanas, sin que dicha generación y, a veces, expoliación de riqueza, produzca en retorno una diversificada inversión extranjera directa.

Amigos todos,

Ayudar a África a aumentar sus capacidades a enfrentar enfermedades infecciosas, implica, estoy convencido, empezar por extender a toda la población el acceso al agua potable. El saneamiento del agua y su acceso a todos permitiría reducir la proliferación de muchas enfermedades y reducir, de igual manera, la cantidad de niños y mujeres que mueren a diario por no disponer de agua potable.

Ante las casi 25 millones de personas que viven con SIDA en África, decir que África ha registrado progreso en la lucha contra el VIH/SIDA es un consuelo muy relativo pero debe ser un aliento para que de manera mancomunada sigamos la movilización internacional que permita reforzar los esfuerzos de prevención y extender a toda África el acceso universal al tratamiento antirretroviral.

¡Que África no quede diezmada por la pandemia del SIDA no solamente constituye la condición sine qua non de su desarrollo futuro sino, además, una obligación moral de toda la humanidad para con África!

Amigos todos,

Por todo lo que acabo de expresar, quiero recordarles que los compromisos adquiridos en materia de financiación para el desarrollo en la hermana ciudad de Monterrey, en especial todo lo relacionado a la ayuda oficial al desarrollo, siguen siendo vigentes y son de una urgencia insoslayable.

Hago por lo tanto un llamado a los ricos de este mundo a que redoblen sus esfuerzos para que la ayuda oficial al desarrollo que pasó del 0.33% del PIB en 2005 al 0.28% en 2007se encamine hacia el compromiso alcanzado en Monterrey del 0.7%. Les recuerdo que dicha meta fue planteada por primera vez en esta magna Asamblea en el año 1970. En este mismo sentido y a la luz de los desembolsos actuales, con toda la fuerza posible de mi condición como Presidente de esta Asamblea General, pido a los integrantes del Grupo de los Ocho que materialicen la promesa de Gleneagles en 2005 de duplicar la ayuda oficial al desarrollo para África en el año 2010.

Amigos todos,

El clamor de los pueblos africanos, ansiosos no solamente de sobrevivir sino también de poder vivir decente y dignamente, no exige de nosotros nuevos compromisos sino que sencillamente tengamos el coraje de respetar nuestras palabras dadas en repetidas oportunidades, desde las Cumbres de Río, Copenhague, Beijín, Cairo, Nueva York y Monterrey.

Es hora que pasemos de las promesas a las acciones concretas.

Presenciamos un estado de emergencia. Respondamos a ese desafío con la firmeza y la valentía que los clamores de los pueblos africanos nos exigen.

¡No los abandonemos!

Muchas Gracias.

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