Declaración del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la sesión de clausura del diálogo temático interactivo sobre la crisis financiera y económica y sus efectos sobre el desarrollo.

Nueva York

25 a 27 de marzo de 2009

Excelencias,
Colegas de las Naciones Unidas,
Señores representantes de la sociedad civil,
Amigos todos,

Estamos llegando al final de este diálogo temático interactivo, y quiero dar las gracias a todos los panelistas y moderadores y a los muchos delegados que tuvieron una participación tan constructiva en este oportuno intercambio. Está claro que todos somos conscientes de que debemos tomar medidas urgentes frente a la crisis económica y financiera que se está propagando a nuestro alrededor. Considero alentador que estemos buscando formas creativas de solucionar los múltiples problemas que están surgiendo en esta difícil coyuntura mundial.

Esta reunión de tres días de duración ha demostrado una vez más que la Asamblea, el sistema de las Naciones Unidas y los asociados del sector privado, la sociedad civil y el mundo académico pueden unirse para determinar cuáles son los problemas y analizar soluciones que tengan en cuenta las preocupaciones de todos los Estados Miembros. Esta es, por supuesto, la función que la Carta de las Naciones Unidas asigna a la Asamblea General.

Algunos delegados me han mencionado que consideran magnífica la diversidad de ideas que se han expuesto a lo largo de los últimos tres días. Algunos incluso están sorprendidos por la buena disposición mostrada por diferentes interesados para considerar nuevas estrategias y alternativas a las múltiples formas de hacer negocios hoy desacreditadas.

Hemos escuchado una serie de recomendaciones de la Comisión de Expertos sobre las Reformas del Sistema Monetario y Financiero Internacional, que reflejan las opiniones de ilustres economistas de todo el mundo. Sus recomendaciones concretas -22 en total- fueron hábilmente expuestas ayer por el Profesor Joseph Stiglitz. Considero alentador el apoyo que han expresado muchas delegaciones a determinadas propuestas, incluidas las relativas a las monedas de reserva y la regulación de las corrientes de capital. Propongo que pidamos a los miembros de la Comisión que sigan recabando datos y analizando la compleja información y las tendencias mundiales que nos ayudarán a tomar decisiones con conocimiento de causa en los próximos meses.

Nuestra labor reviste mayor urgencia dado que, como señalaron algunos oradores, la actual crisis económica probablemente sea el preludio de una mayor e impredecible inestabilidad política que dificultará aún más la recuperación. Lamentablemente, como señaló el Profesor Stiglitz, en el pasado reciente algunos vieron una luz al final del túnel, pero ésta resultó ser el faro de un tren que se dirigía hacia nosotros a toda velocidad. No debemos permitir que esto vuelva a suceder.

Mirando hacia el futuro, les recuerdo que junio está a la vuelta de la esquina. Confío en que las negociaciones sobre las modalidades de la conferencia de alto nivel que celebrarán las Naciones Unidas en ese mes para tratar el tema de la crisis financiera y económica mundial y sus efectos sobre el desarrollo culminarán hoy en un acuerdo.

Comparto el sentimiento expresado por muchos de que este es un momento fundacional. Reiterando el llamamiento que hizo ayer uno de los miembros de la Comisión de Expertos, los insto a ser valientes y actuar con la amplitud de miras necesaria para cumplir los propósitos para los que se fundó esta Organización.

La Asamblea General, como principal foro de debate mundial, debe colocarse a la altura de estos desafíos. Es lógico y deseable que cada Estado Miembro defienda sus intereses nacionales, pero no a expensas de los derechos legítimos de los demás. Asimismo, y lo que tal vez sea más importante, debemos tener presente nuestra responsabilidad colectiva de ser la voz de "Nosotros los pueblos ." y de asegurar que el bien común impere sobre los particularismos mezquinos.

Los más vulnerables del mundo necesitan contar con la fuerza internacional que aportan los 192 Estados representados en este órgano -esta Asamblea-, a quienes une la noble misión de defender los derechos de los más indefensos a participar plenamente en nuestra comunidad global. Hay que dejar de tratar a estas personas como chivos expiatorios o como víctimas, y empezar a verlas como las partes legítimamente interesadas que son. Debemos hacer lo posible por asegurar que los derechos y las oportunidades no sean un privilegio exclusivo de las sociedades más prósperas, sino un derecho innato de nuestros hermanos y hermanas más necesitados.

En última instancia, corresponde a esta Asamblea garantizar que todos los países, grandes o pequeños, ricos o pobres, tengan la oportunidad de participar en un proceso inclusivo legalmente constituido. La adopción de decisiones de forma conjunta implica compartir el poder decisorio, y ese poder conlleva responsabilidades. El mundo nos pedirá que demos cuentas de la integridad, el alcance y el nivel intelectual de nuestra respuesta a la crisis financiera y monetaria internacional y sus efectos sobre el desarrollo.

Estoy seguro de que juntos lograremos, individual y colectivamente, aprovechar la fuerza moral y la creatividad que poseemos como seres humanos y actuar con determinación para llevar a término este proceso. Para ello, será preciso forjar un nuevo concepto de lo que debe ser nuestra comunidad mundial.

No será fácil. Para que nos beneficien a todos, la prosperidad y el progreso no pueden basarse en un modelo de codicia y consumismo insaciables, sino en unas instituciones financieras y monetarias bien gestionadas a nivel internacional. Deben ser el resultado natural de unas instituciones que faciliten la elaboración de políticas de desarrollo inclusivas y centradas en las personas, en lugar de impedirlas; de regímenes comerciales basados en los principios de justicia y equidad; de sistemas alimentarios ecológicos y sostenibles, que garanticen una recompensa justa a los pequeños agricultores; y de regímenes laborales que tengan en cuenta las necesidades especiales de las mujeres como indicador para evaluar los resultados económicos.

¿Realmente es posible un mundo así? Como Presidente del sexagésimo tercer período de sesiones, insto a cada uno de ustedes a que haga de la construcción de una visión nueva y vibrante de nuestra sociedad mundial una prioridad compartida y una empresa común.

Gracias.

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