Discurso de clausura del Presidente de la Asamblea General en la mesa redonda interactiva sobre la crisis financiera mundial

Sede de las Naciones Unidas , Nueva York

30 de octubre de 2008

Excelencias, colegas y amigos,

Al concluir esta jornada de diálogo sobre la crisis financiera internacional, quisiera agradecer a nuestros panelistas y a todos los representantes de los Estados Miembros por haber aportado sus opiniones sobre esta compleja crisis sin precedentes que nos afecta a todos.

Ha sido alentador observar el entusiasmo y el espíritu constructivo con que los Estados Miembros han participado en este diálogo inicial y las muestras de apoyo que han dado para que se siga recurriendo a la Asamblea General y al sistema de las Naciones Unidas como foro para este proceso que hemos puesto en marcha. Tanto los expertos invitados como los representantes de los Estados Miembros han reconocido que las Naciones Unidas son el único órgano democrático representativo con suficiente poder de convocatoria para reunir a todos los interesados en este empeño global.

También querría agradecer por su presencia a los numerosos representantes de organizaciones no gubernamentales que han seguido este intercambio desde la galería del salón. También ellos son partícipes en este proceso y nos transmitirán las recomendaciones de la sociedad civil en la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo que se celebrará en Doha a finales de noviembre.

Por lo que hemos escuchado hoy, es evidente que hay un consenso amplio en torno a la necesidad de trabajar juntos para dotar de nuevos elementos a nuestra anticuada estructura financiera internacional y hallar soluciones de largo plazo para corregir la inadecuada gestión de nuestra economía global.

Las Naciones Unidas están acostumbradas a ocuparse de problemas que trascienden las fronteras, especialmente de aquellos que ningún gobierno o grupo de gobiernos puede resolver por sí solo. Mediante su sistema de comisiones regionales, organismos especializados, fondos y programas, mantiene una presencia global y colabora con los gobiernos nacionales de todo el mundo. Cuenta con una amplia reserva de experiencia y conocimientos que resultará sumamente útil para prestar apoyo con miras a encontrar soluciones de largo plazo para esta crisis.

Hoy hemos logrado comprender más a fondo el carácter sistémico de este colapso y hemos escuchado muchas recomendaciones constructivas.

Sabemos que las consecuencias globales de la actual crisis financiera están siendo devastadoras para nuestras economías, en especial en las regiones en desarrollo. Los objetivos de desarrollo del Milenio, vulnerables incluso en los mejores tiempos, corren ahora un grave peligro. Muchos de ustedes nos han recordado que las políticas económicas se convierten de inmediato en cuestiones de vida o muerte en muchas sociedades.

La mayoría de los aquí presentes estamos convencidos de que nuestros problemas no tienen por qué provocar una tragedia humana aún más amplia. Pero si queremos hacer frente a la crisis actual e impedir que se produzcan otras no podemos seguir haciendo las cosas como hasta ahora.

Es urgente que nos ocupemos de la devastadora pérdida de fe y confianza en nuestras instituciones financieras internacionales, cuya respuesta a la situación caótica que vivimos ha resultado tan improvisada e insuficiente. Para recobrar esa confianza, queridos amigos, debemos explorar nuevos caminos y recorrerlos juntos.

Se ha hecho gran hincapié en la necesidad de establecer una estructura financiera internacional con mayor capacidad de respuesta. Para ello, será necesario reformar las instituciones existentes y crear otras nuevas.

Los diversos participantes en este diálogo han señalado el camino que hemos de seguir para dar soluciones institucionales a la situación que enfrentamos. Pero es particularmente llamativa su preocupación unánime por los costos humanos que esta crisis ha generado. Los panelistas hablaron de los pequeños agricultores y los trabajadores de las ciudades, mujeres, hombres y sus familias que, sin merecerlo, enfrentan ahora la escasez de alimentos, la reducción de los servicios sociales y el desempleo.

Estas personas están tan alejadas de los orígenes de esta crisis como los banqueros lo están de sus pequeñas granjas en el Ecuador, Kenya y Camboya. Sin embargo, son los que más sufrirán. Ya no es aceptable que los pobres y vulnerables paguen el costo de nuestros errores.

Como dijo el Profesor Stiglitz, ya no es aceptable tener un mercado que socializa los riesgos y privatiza los beneficios. Entonces, preguntan muchos de ustedes, ¿quién pagará por la recuperación y los nuevos mecanismos necesarios para evitar otra crisis de esta magnitud? Debemos garantizar que las empresas no carezcan de los créditos que necesitan y que las personas conserven sus empleos y sus hogares y puedan llevar alimentos a sus mesas.

A este respecto, muchos de ustedes argumentaron a favor del establecimiento de un nuevo fondo multilateral de reserva para garantizar la liquidez de los países en desarrollo cuando la economía empeora. China, la Federación de Rusia y los países productores de petróleo, por ejemplo, poseen grandes reservas de divisas. Pero ¿cuáles de dichos países confiarán este dinero a las instituciones existentes, que tan malos antecedentes tienen en materia de imparcialidad y transparencia?

Es evidente que sólo se podrán lograr cambios en estos mecanismos económicos mundiales si hay una amplia participación en su creación y gran confianza en su aplicación.

Lo mismo ocurre con los mecanismos internacionales de supervisión y con la aplicación de las normas, instrumentos para salvaguardar los mercados emergentes y garantizar la transparencia de la actividad financiera transfronteriza, incluido el sector bancario. Todos estos elementos son necesarios para la estabilidad a largo plazo y la equidad del sistema financiero mundial.

Creo que las Naciones Unidas son un asociado de buena fe en este proceso, que, como todos sabemos, será difícil. Pondré de mi parte en la Asamblea General a fin de restablecer la confianza necesaria para trabajar juntos y de asegurar que se oigan todas las voces.

En las próximas semanas y meses, debemos seguir comprometidos con la búsqueda de soluciones que trasciendan cualquier definición limitada de los intereses nacionales. Debemos asegurar que los cambios que se acuerden beneficien verdaderamente a todos nuestros pueblos y naciones, como también a nuestro frágil planeta. Debemos aprovechar los recursos y la buena voluntad de todos los Estados Miembros para asegurar que cumplan sus promesas en estos tiempos difíciles.

Habrá muchas oportunidades para continuar con nuestras consultas y negociaciones. Nos complacerá colaborar con el Secretario General, el Consejo Económico y Social, el Consejo de Seguridad y todos los Estados Miembros con miras a asegurar que los resultados de estas actividades refuercen la capacidad y la credibilidad de las Naciones Unidas en su totalidad. Sólo mediante la democratización podremos hacernos merecedores de la confianza que tantas personas han depositado en esta Organización para que las represente en el proceso de construcción de una nueva arquitectura financiera internacional.

Gracias.

Enlaces rápidos

Documentos importantes

Recursos