Mensaje del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas con motivo de la aprobación de las modalidades de la conferencia que celebrarán las Naciones Unidas al más alto nivel sobre la crisis económica y financiera y sus efectos sobre el desarrollo

Nueva York

8 de abril de 2009

Excelencias,
Queridos amigos,

Me complace sumamente que los Estados Miembros se hayan puesto de acuerdo sobre las modalidades de la Conferencia que celebrarán las Naciones Unidas al más alto nivel para tratar el tema de la crisis económica y financiera y sus efectos sobre el desarrollo. Les doy la enhorabuena.

Ahora que estamos viviendo la más grave crisis económica desde la Gran Depresión, tenemos la oportunidad y la responsabilidad de buscar soluciones que tengan en cuenta los intereses de todos los países, ricos y pobres, grandes y pequeños.

Esta es la misión del Grupo de los 192. Entre los muchos procesos internacionales que buscan soluciones, las decisiones de los Estados Miembros de las Naciones Unidas se adoptan en una estructura definida legalmente que resulta inclusiva y creíble - en un marco establecido de igualdad soberana. En suma, la Asamblea General de las Naciones Unidas es el más universal, amplio y legítimo de todos los órganos decisorios internacionales, y toma sus decisiones sobre la base del derecho de todos los pueblos a participar activamente en las decisiones que afectan a la humanidad entera.

Durante las últimas semanas y meses se han gastado o prometido literalmente billones de dólares para restaurar la confianza en los mercados e instituciones financieros. Ahora bien, esa confianza evidentemente ha de basarse en algo más que el dinero. Ha de basarse también en los valores, la ética y la justicia.

Existe un amplio consenso entre los líderes mundiales en que la crisis actual tiene sus orígenes en fallos éticos - en la codicia desenfrenada; en el menosprecio irresponsable del bien común; y en la negación de cualquier sentido de la justicia o las obligaciones sociales. El resultado ha sido una continua concentración de los ingresos, la riqueza y el poder, una mayor inestabilidad, y un verdadero riesgo de sufrir catástrofes.

Como dijeron los líderes del Grupo de los 20 la semana pasada, estamos ante una crisis mundial que exige una solución mundial. Todos nosotros sufrimos los efectos del desmoronamiento del orden económico y financiero, y todos debemos participar en el establecimiento de un sistema financiero y económico más justo y sostenible.

Al aceptar celebrar esta conferencia de las Naciones Unidas al más alto nivel, los Estados Miembros reconocen la vital importancia de garantizar que todas las naciones tengan la oportunidad de participar plenamente y en pie de igualdad en la búsqueda común de soluciones que tengan en cuenta las preocupaciones y necesidades de todos los países, pequeños y grandes.

Para ello, debemos aprovechar los conocimientos técnicos y la sabiduría práctica procedentes de todo el mundo y de países que se encuentran en muy diversas etapas de desarrollo, así como de organizaciones internacionales, instituciones de enseñanza, organizaciones del sector privado y la sociedad civil.

Hemos tomado ya las primeras medidas en esta dirección con los diálogos temáticos interactivos que realizamos en octubre y en marzo, y aguardamos con interés recibir nuevos aportes en las próximas semanas, en particular en el período extraordinario de sesiones que el Consejo Económico y Social celebrará el 27 de abril, y recomendaciones de la reunión anual de la Unión Interparlamentaria, que tratará el mismo tema que la Conferencia de las Naciones Unidas.

Nuestra labor preparatoria ha sido intensa, pero ahora, con la aprobación de la resolución sobre las modalidades, debemos emprender los preparativos de la conferencia de junio de las Naciones Unidas con más urgencia aún.

Con la ayuda de los facilitadores, espero poder presentar un programa de trabajo para que ustedes lo examinen la próxima semana.

Además, invitaré a los Jefes de Estado y de Gobierno de todos los Estados Miembros y Estados Observadores a que asistan a esta reunión y a que presenten los análisis y recomendaciones de sus gobiernos como aportes al proceso preparatorio de la conferencia de junio.

Espero contar, Excelencias, con su buena voluntad y buenos oficios para que me confirmen lo antes posible la participación de sus gobiernos al más alto nivel.

Excelencias, tenemos la responsabilidad histórica de demostrar que el sistema de las Naciones Unidas, encabezado por la Asamblea General, tiene la capacidad y voluntad de responder rápida y eficazmente a los problemas que amenazan a nuestra comunidad mundial.

Comencemos ahora nuestra labor conjunta.

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