Mensaje del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas con motivo del Día Internacional de la Mujer

Sede de las Naciones Unidas, Nueva York

8 de marzo de 2009

La incertidumbre económica y el inquietante malestar social que hoy se propaga por el mundo inevitablemente afecta más a los pobres y vulnerables. Lamentablemente, cabe prever que los graves efectos en las mujeres y las niñas también aumentarán en medida desproporcionada en los próximos meses. Por este motivo, celebro que el tema del Día Internacional de la Mujer sea el de unir a hombres y mujeres para impedir la violencia contra la mujer. A veces hace falta una crisis para generar conciencia y motivar nuevas asociaciones. Debemos aprovechar todas las oportunidades que se presentan para lograr el adelanto de la mujer, tanto en los buenos tiempos como en los malos.

A lo largo de los últimos seis decenios, las Naciones Unidas han desempeñado un papel central en el ámbito de la igualdad entre los géneros, especialmente mediante el establecimiento de un marco normativo acordado internacionalmente que proporciona orientación para las actividades de los gobiernos y de otros actores. Esta labor y la diversidad de programas de las Naciones Unidas que han contribuido al adelanto de la mujer nos llenan de orgullo. Creo que este es un momento oportuno para redoblar esos esfuerzos mediante la creación de un organismo para la mujer en que se consoliden y reorienten los diversos programas y operaciones del sistema de las Naciones Unidas.

Los avances en cuanto al reconocimiento de que debe haber igualdad entre los géneros, se debe empoderar a la mujer y se debe acabar con la violencia contra la mujer no se han logrado sin transformaciones fundamentales de las actitudes de las Naciones Unidas, los gobiernos y las sociedades en general. Sin embargo, a pesar de esos logros decisivos y de los inmensos esfuerzos realizados, las mujeres siguen siendo víctimas de discriminación y aún nos falta mucho para alcanzar el objetivo de la igualdad entre los géneros y para resolver los problemas de la violencia generalizada contra la mujer, en gran medida derivados de la desigualdad. Creo que todos reconocemos que es necesario que todos nosotros, incluido el sistema de organizaciones de las Naciones Unidas, apliquemos en forma más coherente y sistemática el derecho internacional y las políticas y programas para combatir los complejos y omnipresentes problemas que se oponen a la realización de los derechos de la mujer.

Ninguna cuestión requiere o merece el liderazgo de la Asamblea General más que el logro de la igualdad entre los géneros. En el sexagésimo tercer período de sesiones de la Asamblea, los 192 Estados miembros tienen la oportunidad de ejercer el liderazgo con una dimensión histórica. Me he comprometido a presidir el establecimiento de una nueva entidad de las Naciones Unidas para la mujer, una entidad que tenga la autoridad, la presencia y los recursos indispensables para organizar las campañas multifacéticas necesarias para que se alcance la igualdad entre los géneros.

Gracias a los excelentes avances logrados al respecto por la Asamblea General en los dos últimos períodos de sesiones, las mujeres del mundo tienen ahora a su alcance una institución global propia. Reconocemos las valiosas contribuciones de los diversos programas, fondos y oficinas que se ocupan de los distintos aspectos de la igualdad entre los géneros, pero una entidad global podrá coordinar mejor esos mandatos diversos que, en ocasiones, se superponen.

Es perfectamente posible cambiar el curso de la historia en este período de sesiones de la Asamblea General y estoy convencido de que los Estados Miembros están decididos a dejar de lado la retórica sobre la igualdad entre los géneros y pasar a la acción. Estamos de acuerdo en que las Naciones Unidas necesitan una nueva "arquitectura de género". Y, como bien sabe todo arquitecto, para ser fuerte y duradera una estructura debe ser equilibrada. Comprometámonos a consignar al pasado las meras expresiones y los formulismos y a crear una entidad viable a favor de la mujer, una entidad que consiga que impere la igualdad en el mundo y en las propias Naciones Unidas.

Comprometámonos a crear esa entidad en este período de sesiones. Debe tener financiación plena, debe estar encabezada por un Secretario General Adjunto, debe estar dotada del personal experto necesario y sus programas deben tener objetivos claros. Esa entidad deberá estar representada en todos los foros más importantes y deberá tener una verdadera capacidad operacional sobre el terreno.

Un organismo de las Naciones Unidas para la mujer no hablará por las mujeres, pero permitirá que, finalmente, las voces de las mujeres se hagan oír en todos los niveles de la sociedad y en las decisiones que afectan a sus vidas. Los funcionarios de ese organismo en el nivel de los países deben poder utilizar los conocimientos y los recursos locales, nacionales, regionales e internacionales necesarios para evaluar las necesidades de las mujeres y atender a esas necesidades. El organismo deberá tener la capacidad de reunir y analizar datos sobre la vida y los derechos de la mujer; elaborar normas; brindar asesoramiento técnico y asistencia sobre las cuestiones de género y el empoderamiento de la mujer en todos los ámbitos especializados; apoyar y vigilar la labor de otros organismos de las Naciones Unidas en materia de género; y colaborar estrechamente con los asociados gubernamentales en la planificación y supervisión de programas en el nivel nacional.

En estos tiempos de crisis mundial, la consolidación y racionalización de las medidas en pro de la igualdad entre los géneros en todo el sistema de las Naciones Unidas adquirirán nueva orientación y coherencia. Juntos, los hombres y las mujeres, los gobiernos y la sociedad civil aceleraremos la marcha irreversible del adelanto de la mujer y su empoderamiento y, de esa manera, la realización de las promesas de paz y desarrollo para todos.

Enlaces rápidos

Documentos importantes

Recursos