Discurso inaugural del Excelentísimo señor Miguel D'Escoto Brockmann, Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la apertura de la 97ª sesión de la Asamblea General relativa a los temas 44 y 107 del programa: Aplicación y seguimiento integrados y coordinados de los resultados de las grandes conferencias y cumbres de las Naciones Unidas en las esferas económica y social y esferas conexas

Asamblea General de las Naciones Unidas
Sede de las Naciones Unidas,

Nueva York, 23 de julio de 2009

Excelencias,
Señor Edward Luck, Asesor Especial del Secretario General sobre la responsabilidad de proteger,
Representantes del sistema de las Naciones Unidas,
Amigos todos:

En el Documento Final de la Cumbre Mundial 2005, se encomendó a la Asamblea General la tarea de seguir examinando el tema de la responsabilidad de proteger y sus consecuencias. Como declaró uno de los panelistas de hoy, el Sr. Gareth Evans, en su reciente libro al respecto, el concepto de la responsabilidad de proteger tiene posibilidades de seguir evolucionando hasta convertirse en una auténtica norma de derecho internacional consuetudinario. Afirmar que esta norma ya existe corresponde, en última instancia, a este órgano.

No es necesario que recuerde a ninguno de los presentes en este foro que, de conformidad con los términos de la Carta de las Naciones Unidas, el desarrollo del derecho internacional es competencia de la Asamblea General.

Esta mañana, la Asamblea General celebró una diálogo interactivo oficioso para debatir, con la participación de algunos de los teóricos y académicos más destacados del mundo, el tema de la responsabilidad de proteger. Estamos en deuda con ellos por haber honrado a las Naciones Unidas con su presencia y sus aportaciones.

El debate fue fructífero e intenso, como corresponde en vista de que estamos examinando las obligaciones morales y políticas fundamentales de los Estados Miembros y la comunidad internacional para con los seres humanos en momentos de extrema necesidad. Aliento a todos los que no hayan podido participar en las deliberaciones a que consulten las declaraciones de los panelistas, que estarán disponibles en el sitio web de la Presidencia y la transmisión web de las Naciones Unidas.

Como afirmé en mi declaración de apertura de esta mañana, demasiadas veces ha permanecido el mundo silencioso e inmóvil ante graves violaciones de los más fundamentales sentimientos de humanidad. Esta inmovilidad dio lugar a situaciones vergonzosas como el Holocausto, los campos de exterminio del Khmer Rouge o las masacres en Rwanda y la ex Yugoslavia, por mencionar tan solo algunos ejemplos. Esta mañana ya se demostró claramente que no es posible considerar estos casos en forma aislada de las medidas históricas que los precedieron y precipitaron.

Después de tanto sufrimiento, finalmente hay acuerdo generalizado en que la comunidad internacional no puede seguir guardando silencio ante el genocidio, la depuración étnica, los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad. Esto es un gran avance. Sin embargo, actualmente hay situaciones, como la de Gaza, que deben calificarse en forma adecuada y objetiva, y que la comunidad internacional tiene la responsabilidad de ayudar a resolver.

¿Fue acaso la ausencia del principio de la responsabilidad de proteger lo que hizo que, incluso este mismo año, no se interviniera en Gaza? ¿O, se debió en cambio, a la falta de reforma del Consejo de Seguridad, cuyo poder de veto permanece irrestricto y cuya composición sigue sin modificarse? ¿Es necesario que recuerde a alguno de los aquí presentes que ya tenemos una Convención sobre el genocidio y diversos instrumentos sobre el derecho internacional humanitario, cuya aplicación sigue siendo desigual?

Entonces, ¿por qué tantos dudamos en asumir esta doctrina y sus aspiraciones? Ciertamente no es por indiferencia ante las dificultades de tantos que sufren o pueden sufrir a manos de sus propios gobiernos.

En mi opinión, para muchas naciones el problema es que nuestro sistema de seguridad colectiva aún no ha evolucionado hasta un punto en que pueda permitir que la doctrina de la responsabilidad de proteger funcione como lo desean sus defensores, en vista de que muchos países en desarrollo desconfían del uso de la fuerza por motivos humanitarios.

Lamentablemente, (como se volvió a mencionar esta mañana) en el informe de la Secretaría se propone la adopción de una serie de medidas que abarca desde el fortalecimiento de la capacidad de los Estados de garantizar el respeto de los derechos humanos (en el sentido de prevenir delitos que exigirían invocar la responsabilidad de proteger) y medidas diplomáticas de prevención, hasta sanciones económicas y el uso de la fuerza. Esto puede restar crédito al concepto de la responsabilidad de proteger, del mismo modo en que se desacreditó el anterior concepto de intervención humanitaria hasta quedar, como describió el Sr. Gareth Evans esta mañana, efectivamente sepultado.

En el informe de la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados se explicó que pueden esgrimirse argumentos como la "causa justa" para justificar el uso de la coerción y la fuerza. El concepto de "causa justa" implica una reversión a la doctrina de la "guerra justa" anterior a la Carta de las Naciones Unidas.

Puesto que la Asamblea General aún no ha logrado llegar a un acuerdo sobre la definición de los términos "terrorismo" o "agresión", parece poco probable que pueda, en el corto plazo, convenir en las definiciones de "causa justa" e "intenciones rectas".

Es evidente que los Estados Miembros albergan, como yo mismo, opiniones categóricas sobre esta cuestión. Considero que el debate de esta mañana demostró claramente que el empleo de la fuerza militar no es la forma más eficaz y justa de evitar el sufrimiento humano a gran escala.

Tras el debate de esta mañana, aún no queda claro si ha llegado el momento de adoptar una auténtica norma sobre la responsabilidad de proteger o si, como consideraron la mayoría de los panelistas de esta mañana, debemos antes crear un orden mundial más justo e igualitario, incluso en los ámbitos económico y social, y establecer un Consejo de Seguridad que no genere un sistema diferencial de derecho internacional en el que los fuertes protejan, o no, a quienes quieran.

Les deseo a todos un debate productivo y enriquecedor.

Gracias.

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