Discurso del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas en el diálogo temático interactivo sobre la eficiencia energética, la conservación de la energía y las fuentes de energía nuevas y renovables (Primera sesión)

Nueva York

18 de junio de 2009

Excelencias,
Señor Secretario General,
Profesor Lee Hoe-sung,
Queridos amigos,

Me complace sumamente abrir este diálogo temático de la Asamblea General sobre la eficiencia energética, la conservación de la energía y las fuentes de energía nuevas y renovables. Nuestro debate de hoy servirá para transmitir a nuestros miembros no sólo diferentes perspectivas, sino también disciplinas y conocimientos diversos. Resulta apropiado que la Asamblea General aproveche los crecientes conocimientos especializados sobre estas cuestiones. Los problemas que examinaremos hoy no están separados de la convergencia de crisis que enfrentamos como comunidad internacional: el cambio climático, la crisis financiera y económica y la crisis alimentaria, entre otras. Al contrario, estas crisis convergen, interactúan entre sí y se exacerban y agravan mutuamente.

Por supuesto, la energía es necesaria para nuestra supervivencia diaria. Pero también es la piedra angular de todo desarrollo económico. Nuestro desarrollo futuro y nuestra supervivencia como especie saludable dependen de que dispongamos a largo plazo de energía obtenida de fuentes confiables, seguras y ecológicamente racionales.

Sin embargo, en la actualidad no contamos con una fuente única de energía o una combinación de fuentes que cumplan estas condiciones. Es evidente que estamos siguiendo un camino insostenible en materia de energía.

El cambio climático amenaza ahora a la humanidad y pone en peligro a la Madre Tierra porque nosotros, especialmente en el Norte, hemos basado nuestras economías en una utilización imprudente, ineficiente y contaminante de combustibles fósiles.

Finalmente, se ha impuesto la conciencia de esta realidad. Personas de todo el mundo, desde científicos y políticos hasta ciudadanos de a pie, están presionando para que se adopten cambios fundamentales en la forma en que utilizamos la energía y las fuentes que empleamos. Es evidente que ha llegado el momento de utilizar fuentes de energía renovables y, como lo demuestra el rápido incremento de la producción en este decenio, las perspectivas en este ámbito nunca han sido mejores, incluso ante la recesión.

Mientras el Norte industrializado consume demasiada energía, la mayoría de las personas del mundo carece de acceso a energía suficiente. Muchos viven en países donde el crecimiento económico es fundamental para que puedan salir de la pobreza. ¿Cómo podemos enfrentar las pautas desiguales de uso de la energía y, al mismo tiempo, proteger el derecho al desarrollo?

Los hechos hablan por sí mismos. A menos que realicemos cambios fundamentales, se prevé que el consumo de energía en el mundo aumentará alrededor de un 40% para el año 2030. Los expertos indican que necesitamos una revolución tecnológica que nos permita conciliar nuestro desarrollo y las crecientes necesidades en materia de energía con medidas para mitigar el cambio climático y proteger la capacidad general de sustentación de la Tierra.

¿Cómo podemos hacer esto?

He convocado este debate temático en respuesta a una solicitud concreta presentada por un grupo diverso de 18 Estados Miembros preocupados sobre este tema. Lamento que el Excelentísimo Señor Sergei Martynov, Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Belarús, no pueda estar hoy aquí con nosotros, como estaba previsto, ya que él fue uno de los promotores iniciales de esta reunión. Esperamos proporcionar a todos los Estados Miembros la oportunidad de examinar las alternativas disponibles y analizar los cambios de políticas que se necesitan para modificar nuestro rumbo. Nuestro diálogo reviste mucha más urgencia debido a la crisis económica, que reduce la actividad económica en todo el mundo.

Todos esperamos, especialmente por el bien de los más vulnerables entre nosotros, que nos recuperemos pronto de esta crisis. Sería un avance enorme que esta recuperación fuera acompañada de políticas con visión de futuro, tecnologías innovadoras e incentivos amplios para el desarrollo de fuentes de energía nuevas y renovables.

Hemos ingresado en un período de fluctuaciones de los precios, incertidumbre e inestabilidad en cuanto a la producción y el precio de la energía. Lamentablemente, la reducción de los precios de la energía tiende a afectar negativamente la toma de decisiones en cuanto a la inversión en fuentes de energía nuevas y renovables.

¿Qué pueden hacer los encargados de formular políticas para invertir esta tendencia?

Aunque los paquetes de medidas de incentivo económico para el crecimiento pueden, hasta cierto punto, contrarrestar estas tendencias negativas, es difícil concebir que puedan invertirlas, dada la magnitud del problema y la escasez de fondos para adoptar medidas contracíclicas en la mayoría de los países.

Hoy, estamos constreñidos por nuestra base tecnológica. Aunque se está avanzando constantemente en el desarrollo de la tecnología, se necesitan incentivos para acelerar el proceso. Los Estados y el sector público deben apoyar los objetivos relacionados con las fuentes renovables de energía. Y, con los incentivos adecuados, es también posible movilizar en forma concertada al sector privado.

Al formular políticas, es importante que seamos conscientes de los diferentes costos que implica el desarrollo de fuentes de energía nuevas y renovables. Cada fuente de energía renovable, en particular la energía solar, la eólica y la hidroeléctrica, presenta ventajas concretas y pocos inconvenientes, el más importante de los cuales es el costo inicial de la investigación y el desarrollo.

Los fondos públicos para la inversión y la asistencia oficial para el desarrollo son fundamentales, pero insuficientes. Debemos seguir financiando estas tecnologías, con la certeza de que los mayores costos iniciales se compensarán con la disponibilidad de fuentes de energía inagotables y no contaminantes.

Los aliento a analizar de qué modo se pueden dirigir corrientes financieras al desarrollo de la producción de fuentes de energía renovables en los países en desarrollo mediante incentivos como el mecanismo para un desarrollo limpio en el marco del Protocolo de Kyoto.

Cuando el mundo se reúna en diciembre en Copenhague para celebrar la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, espero que se nos presente una nueva generación de incentivos financieros, basados en los mecanismos establecidos en Kyoto, que vincule las corrientes financieras de los mercados de emisiones de dióxido de carbono de los países desarrollados al desarrollo de nuevos proyectos en los países en desarrollo.

Somos cada vez más conscientes de que se necesita aplicar responsabilidades comunes pero diferenciadas y adoptar medidas colectivas en todo el mundo para que se pueda realizar la transición hacia una economía baja en emisiones de dióxido de carbono. Necesitamos el compromiso y el liderazgo de los países con mayores emisiones de dióxido de carbono para que indiquen el camino a seguir. A este respecto, aplaudo la audaz nueva visión de un futuro de energía no contaminante que está formulando el Gobierno de Washington.

Pero todos somos responsables de lograr de un acuerdo exitoso en Copenhague. Confío en que el debate que celebrarán hoy en la Asamblea General contribuya sustancialmente a la fijación de un nuevo paradigma de producción de energía a partir de fuentes alternativas y de conservación de la energía, de un modo que garantice nuestra sostenibilidad económica y ambiental y nuestro bienestar.

Gracias.

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