Discurso del Excelentísimo señor Miguel D'Escoto Brockmann, Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la ceremonia conmemorativa de la Paz de Hiroshima

Hiroshima, 6 de agosto de 2009

Queridos hermanos y hermanas,

Me siento honrado y profundamente emocionado al encontrarme aquí con ustedes en esta solemne ocasión en que recordamos una de las mayores atrocidades que el mundo haya presenciado jamás.

Estoy aquí hoy como Presidente de la Asamblea General de nuestras Naciones Unidas, pero también a título personal.

Como sacerdote católico y discípulo de Jesús de Nazaret, quiero además pedir perdón, desde lo más profundo de mi corazón, a todos mis hermanos y hermanas del Japón por el hecho de que el capitán del fatídico B-29 Enola Gay, Paul Tibbets, que en paz descanse, fuera un miembro de mi iglesia. Me consuela, en cierta medida, el hecho de que el Padre George Zableka, capellán de la misión, se diera cuenta, después de los hechos, de que ésta fue una de las más grandes traiciones imaginables de las enseñanzas de Jesús. En nombre de mi iglesia, pido perdon.

Sesenta y cuatro años después, la horrenda realidad de la destrucción atómica no ha perdido nada de su poder para infundir tristeza, terror e indignación.

No hemos podido eliminar el riesgo de que vuelvan a emplearse las armas nucleares, y no podemos ni podremos hacerlo a no ser que eliminemos esas armas de la faz de la Tierra y sometamos la capacidad de fabricarlas a un control internacional fiable y duradero.

Entiendo que se trata de una misión de gran envergadura y complejidad técnica y política. No obstante, si queremos cumplir con las víctimas y sobrevivientes del primer acto de terror nuclear, debemos resolver, aquí y ahora, adoptar medidas convincentes para comenzar a trabajar en pro del objetivo explícito del desarme nuclear completo.

Teniendo en cuenta que este es el único país que ha sufrido la atrocidad de un bombardeo nuclear, y que ha dado al mundo un magnífico ejemplo de perdón y reconciliación, estoy convencido de que el Japón es el país con mayor autoridad moral para convocar a las potencias nucleares a esta emblemática Ciudad de la Paz, la sagrada Hiroshima, e iniciar en serio el proceso para regresar a la cordura por el camino hacia la tolerancia cero de las armas nucleares en el mundo.

Gracias.

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