Discurso del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la revitalización de la labor de la Asamblea General

Presentado por el Excmo. Sr. Raymond Wolfe, Vicepresidente de la Asamblea General

Nueva York

15 de abril de 2009

Excelencias,

Tengo el honor de abrir esta sesión con la lectura de un mensaje del Presidente de la Asamblea General, quien se encuentra de viaje para promover la Conferencia que se celebrará en junio y lamenta no poder estar aquí con nosotros. El mensaje dice lo siguiente:

Me alegro de que los Estados Miembros examinen ahora la cuestión de la revitalización de la Asamblea General y deseo expresar mi confianza en que sus negociaciones oficiosas resultarán particularmente productivas bajo el hábil liderazgo de mis dos facilitadores -la Excma. Sra. María Fernanda Espinosa, Representante Permanente del Ecuador, y el Excmo. Sr. Morten Wetland, de Noruega- que se han preparado con diligencia para la labor que nos queda por hacer. Con la participación de todos ustedes, confío en que lograremos verdaderos progresos para reafirmar las responsabilidades de la Asamblea como principal órgano deliberante, normativo y representativo de las Naciones Unidas.

Como saben, la revitalización y la democratización de las Naciones Unidas son las prioridades principales de mi Presidencia. Cada Estado Miembro tiene un voto en la Asamblea, lo que convierte a este órgano en un foro único dentro de la comunidad internacional. Pero hasta que la Asamblea no recupere la autoridad que le confiere la Carta de las Naciones Unidas, nuestra democracia no logrará ejercer el verdadero liderazgo que el mundo necesita en este momento crítico de la historia. Es fundamental restablecer el equilibrio entre los órganos principales de nuestra Organización y asegurarnos de que los mandatos asignados a cada uno de ellos en la Carta se respetan plenamente. Éste es, a mi juicio, el objetivo último del proceso de revitalización.

Este proceso está ya muy avanzado, pero ahora debe producir resultados concretos. Para acelerar nuestro trabajo, mi antecesor tuvo la buena idea de crear un Grupo de Trabajo Especial sobre la revitalización de la Asamblea General que se encargara, entre otras cosas, de determinar formas de seguir fortaleciendo la función, autoridad, eficacia y eficiencia de la Asamblea. El informe del Grupo, que aprobamos en diciembre, nos proporciona un resumen de las recomendaciones presentadas y los cambios realizados durante los últimos 16 años de reformas.

Ahora debemos avanzar en la aplicación de las recomendaciones que mejorarán nuestros métodos de trabajo y nuestra eficiencia y facilitarán la racionalización de nuestro trabajo.

Pienso que tenemos oportunidades claras de mejorar las relaciones entre la Asamblea General y otros órganos de las Naciones Unidas y la comunidad más amplia de organizaciones del sistema de las Naciones Unidas.

En mis contactos con colegas de otros lugares de destino, he observado que en los organismos especializados, fondos y programas del sistema impera una sensación de aislamiento. A todos nos vendría bien que se organizaran sesiones informativas para la Asamblea, y nosotros podríamos sin duda contribuir a la importante labor que ellos están realizando. Debemos hallar oportunidades para organizar intercambios que resulten informales y francos y que aporten un verdadero valor añadido a nuestro trabajo.

Todos estamos de acuerdo en que los procedimientos para seleccionar al Secretario General deberían formalizarse. La Secretaría es un órgano sumamente importante de las Naciones Unidas, y el Secretario General debería ser elegido mediante un proceso transparente e inclusivo. Resolvamos establecer procedimientos para examinar oportunamente a los candidatos con antelación a las próximas elecciones. En el informe se citan numerosas resoluciones que nos ayudarán a preparar procedimientos y a definir parámetros importantes para el cargo, incluso en lo que respecta a la duración del mandato y las posibilidades de reelección.

También me resulta inspiradora la respuesta entusiasta que ha habido a los diálogos de alto nivel que se celebran cada vez con más regularidad en la Asamblea. Sólo durante el sexagésimo tercer período de sesiones, hemos celebrado oportunos debates sobre las necesidades especiales de África, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la cooperación Sur-Sur, la crisis financiera internacional, el derecho a la educación en situaciones de crisis, y la crisis alimentaria mundial y el derecho a la alimentación, y se prevé celebrar debates próximamente sobre la crisis del empleo y sobre las energías renovables.

Muchos representantes nacionales, especialmente los que disponen de plantillas reducidas, me han dicho que estos debates les resultan esenciales para ponerse al día sobre cuestiones complejas que exigen respuestas bien fundadas. Lo que es más importante, sirven para que la comunidad internacional dé mayor prioridad a estas cuestiones fundamentales que a veces quedan desatendidas y contribuyen a la formulación de políticas orientadas a la acción y a la adopción de decisiones operacionales que afectan la vida de millones de personas de todo el mundo.

La Asamblea ha demostrado una nueva agilidad al examinar estas cuestiones urgentes aprovechando las enormes reservas de conocimientos especializados que existen dentro del sistema de las Naciones Unidas y trayendo también a la Organización a expertos que trabajan sobre el terreno. Ningún país puede por sí solo reunir tan oportunamente a una diversidad tal de expertos procedentes de todas partes del mundo. Debemos seguir aprovechando estos momentos y organizar respuestas efectivas y orientadas a la acción.

Creo que la Conferencia sobre la crisis económica y financiera y sus efectos sobre el desarrollo que la Asamblea ha decidido celebrar durante los tres primeros días de junio podría ser uno de los acontecimientos más importantes de la historia de las Naciones Unidas. Al actuar con decisión y en el momento oportuno ante estas crisis tan extraordinarias, estoy seguro de que saldremos fortalecidos.

Seamos prácticos en nuestra respuesta a las recomendaciones concretas de revitalización que se nos han presentado, incluso en lo que respecta a los pequeños cambios que habrá que implantar. En interés de los futuros Presidentes de la Asamblea, espero, entre otras cosas, que se faciliten más recursos a la Oficina del Presidente para que no sólo pueda contar con personal suficiente, sino también con instalaciones básicas pero importantes, como una sala de conferencias específica para reuniones del personal y recepción de visitas y una oficina de prensa para hacer una promoción más efectiva de la labor de la Asamblea General.

La Asamblea General está cambiando. Está dejando de ser un grupo de Estados individuales que luchan por ganar poder e influencia en la comunidad de naciones para convertirse en una Asamblea que pueda responder con coherencia y solidaridad a las necesidades mundiales urgentes. Debemos frenar la actitud miope que nos impulsa a promover nuestros intereses nacionales particulares en lugar del bien común, y procurar cumplir colectivamente los nobles propósitos sobre los que se fundó nuestra Organización. De esta forma, preservaremos la relevancia de esta Asamblea en la escena internacional. Este será el verdadero indicador de nuestra vitalidad y de nuestra determinación de proporcionar el liderazgo dinámico que ahora se espera de nosotros. Estoy seguro de que triunfaremos y espero poder cosechar pronto los frutos de nuestra labor.

Gracias.

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