Palabras de Clausura del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas en los debates organizados para celebrar el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Sede de las Naciones Unidas, Nueva York

10 de diciembre de 2008

Excelencias,
Distinguidos delegados,
Señores representantes de organismos y entidades de las Naciones Unidas,
Señores representantes de organizaciones no gubernamentales,
Hermanas y hermanos,

Hemos escuchado las voces, visiones, exhortaciones, llamamientos y propuestas de representantes de los Estados Miembros, de entidades de las Naciones Unidas y de organizaciones de la sociedad civil para que la Declaración Universal de Derechos Humanos siga siendo la fuente que oriente la normalización o codificación de nuevos derechos, ya que, en la medida que avanza la historia y evoluciona la conciencia humana, en esa medida los grupos, las comunidades y los pueblos exigen que se reconozcan sus derechos humanos.

Para que los derechos humanos dejen de ser un discurso académico o jurídico y de una vez por todas se conviertan, en la práctica, en los valores universales que orienten la formulación y aplicación de las políticas económicas y sociales a fin de que éstas permitan que todos los seres humanos gocen de los máximos estándares de calidad de vida, independientemente de su origen social, político, cultural, étnico, de su edad o de cualquier otra condición.

Que los derechos humanos sigan siendo tratados como un todo indisoluble, que no exista una jerarquización entre los derechos humanos, ya que todos son importantes: los derechos económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales deben ser aplicados simultáneamente en todas partes.

Que las Naciones Unidas hagamos una revisión exhaustiva, honesta y profunda del nivel de implementación de los convenios, pactos, declaraciones y planes de acción en el campo de los derechos humanos; que los Estados asignen más recursos económicos y mejoren el nivel de compromiso político para que los derechos humanos sean observados plena y efectivamente en todas las naciones.

Que sigamos fortaleciendo todos los mecanismos nacionales e internacionales de promoción y protección de los derechos humanos, tales como el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, el Consejo de Derechos Humanos, los Relatores Especiales, los órganos creados en virtud de tratados, y los Ombudsman, entre otros.

Que reconozcamos que el agua es un derecho humano y, por lo tanto, no puede ser tratada como una mercancía que se compra y se vende; que el agua nos debe unir para construir ese modelo de desarrollo humano sostenible.

Que el siglo XXI sea declarado "El siglo de los derechos humanos" y que esto sea el fundamento para acabar con las dictaduras económicas, los colonialismos ideológicos, todas las formas de violencia sexual y social, la discriminación cultural, étnica, de género y generacional; que se respeten de manera ineludible los derechos humanos de las mujeres, la niñez, las personas con discapacidad, los adultos mayores, los pueblos originarios y afrodescendientes, los migrantes y sus familias, entre otros grupos humanos.

Que los derechos humanos guíen, desde una perspectiva ética, la construcción de un nuevo ordenamiento económico. El reto es humanizar la economía para evitar el caos total, que se acabe con la irracionalidad del egoísmo y el consumismo, y que sea posible construir una sociedad global inclusiva, respetuosa de la madre tierra, equitativa, solidaria, justa, respetuosa de la dignidad humana y con un sistema de democracia política, económica y social.

Muchas gracias.

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