Discurso de Excmo. Sr. Miguel d'Escoto Brockmann, Presidente del sexagésimo tercer período de sesiones de la Asamblea General, para la 32ª Reunión Anual de los Ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de los 77

Nueva York, 26 de Septiembre de 2008

Excelencias,
Queridos amigos,
Hermanas y hermanos,

Me complace enormemente poder pronunciar unas breves palabras en esta reunión de Ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de los 77 y China que se celebra al inicio del sexagésimo tercer período de sesiones de la Asamblea General. Nos reunimos al final de una larga semana durante la cual, en dos importantísimas reuniones de alto nivel, hemos prestado especial atención a temas que son prioritarios tanto para el Grupo de los 77 como para la Asamblea. Es muy gratificante que nuestras reuniones sobre las necesidades especiales de África y los objetivos de desarrollo del Milenio se hayan convertido de forma incontestable en los temas centrales de esta Asamblea.

Estas reuniones han servido de ocasión para que los Estados Miembros reafirmen sus compromisos con nuestra querida África y con la campaña contra la pobreza extrema. Se nos ha asegurado que se cumplirán las promesas, y la reunión que se celebrará próximamente en Doha será crucial para determinar de qué manera puede resultar más eficaz la ayuda prometida.

Deseo garantizarles a ustedes, en su calidad de representantes de países donde la asistencia de los donantes es esencial para los esfuerzos nacionales por cumplir los objetivos de desarrollo del Milenio, que esta Asamblea General hará el debido seguimiento de la puesta en práctica de esos compromisos. Pueden estar seguros de que yo mismo, como Presidente, haré todo lo que esté en mis manos para facilitar una reunión fructífera en Doha en noviembre y para vigilar la aplicación de lo acordado en dicha reunión.

Todos hemos sufrido la amarga experiencia de ver frustradas nuestras grandes expectativas. Por eso insisto en la necesidad de un renovado espíritu de solidaridad con nuestros hermanos y hermanas, para reforzar nuestra determinación y dotar a nuestra labor de un sentido de urgencia. Hago un llamamiento a todos los Estados Miembros para que miren más allá de sus limitados intereses propios, que desde hace tanto tiempo son un obstáculo a la labor de las Naciones Unidas en pro del desarrollo económico y social y de la paz y la seguridad para todos los ciudadanos del mundo.

Mi llamamiento se basa en una serie de principios éticos que todos compartimos. Está inspirado en la compasión y en el reconocimiento de que los menos afortunados también son nuestros hermanos y hermanas. Se basa también en el hecho insoslayable de que nuestro planeta, y nuestra propia especie, están en situación de peligro debido a unas pautas de consumo sin freno que nos separan de nuestros prójimos y de la naturaleza.

Hoy debemos estar atentos para evitar que la amenaza de una recesión mundial se utilice como pretexto para romper promesas. Debemos usar todos los medios a nuestro alcance para evitar un retroceso.

Es más, incluso si todos cumplen sus compromisos, los objetivos de desarrollo del Milenio son sólo el inicio. Debemos insistir en la reasignación de recursos a largo plazo a las prioridades nacionales, el aumento de la transferencia de tecnologías, la reducción de los subsidios a la agricultura y la apertura de los mercados; para todo esto, se necesitaría un nivel considerable de recursos y el compromiso de nuestros asociados del Norte. Debemos aprovechar el fuerte sentimiento de solidaridad para alentar a nuestros asociados a cumplir con la aportación de recursos.

Hoy, queridos amigos, aliento a todos los presentes a trabajar a conciencia para asegurar que la Conferencia de Examen de Doha facilite una notable mejora de nuestra alianza mundial para el desarrollo. Nuestros esfuerzos concertados serán fundamentales en los meses previos y posteriores a la Conferencia de Doha. No debemos vacilar. Debemos tomar la iniciativa.

Si verdaderamente queremos tomar las riendas de nuestros propios esfuerzos en pro del desarrollo, debemos empezar a transformar un sistema económico internacional que brinda los beneficios del desarrollo a algunos y los niega a otros.

Este gran foro democrático debe aportar un fuerte liderazgo en procesos dirigidos a desarrollar y aplicar políticas económicas y sociales que verdaderamente ayuden a los desposeídos del mundo.

Aguardo con interés colaborar con todos ustedes en esta tarea. Miles de millones de personas esperan que nosotros hagamos del desarrollo centrado en el ser humano el núcleo de nuestra acción mundial concertada. Tenemos la oportunidad y tenemos el foro. Debemos mostrar a nuestros hermanos y hermanas, incluso a los escépticos, que la solidaridad es, en efecto, el motor más fuerte para avanzar hacia una vida digna para todos. Tomemos la iniciativa y hagamos de éste nuestro programa común.

Gracias.

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