Discurso del Presidente de la Asamblea General con motivo de la conmemoración del 60º aniversario de las operaciones de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz

Sede de las Naciones Unidas, 7 de noviembre de 2008

Excelencias,
Señora Vicesecretaria General,
Amigos todos,

Me complace inaugurar esta sesión conmemorativa de la Asamblea General en la que recordamos la labor de mantenimiento de la paz desempeñada por las Naciones Unidas durante los últimos 60 años. Me sumo a los representantes de los grupos regionales y el país anfitrión al subrayar la extraordinaria historia de las operaciones de mantenimiento de la paz y celebrar la relación de colaboración con el sistema de las Naciones Unidas que ha ido evolucionando a lo largo de décadas.

Hoy, las 20 operaciones de mantenimiento de la paz, en las que participan más de 110.000 funcionarios, se caracterizan por su escala y complejidad sin precedentes y siguen siendo un indicador clave para evaluar la capacidad de las Naciones Unidas de cumplir el mandato que les confiere la Carta y responder a las expectativas de los pueblos del mundo.

No obstante, debemos recordar un dato sorprendente, e incluso vergonzoso: el presupuesto anual de las Naciones Unidas asciende actualmente a unos 5.600 millones de dólares, lo que representa la mitad del 1% del gasto militar a nivel mundial. Esta absurda asimetría condena nuestras mejores intenciones al fracaso.

En este preciso instante, nuestra operación de mantenimiento de la paz en la República Democrática del Congo (MONUC) está en crisis. Los informes sobre la violencia perpetrada contra los civiles en las zonas de conflicto destacan la terrorífica campaña de ataques sexuales lanzada contra mujeres y niñas, posiblemente sin precedentes en cuanto a su escala y brutalidad. Se estima que la MONUC tiene un funcionario de mantenimiento de la paz por cada 10.000 civiles en las zonas de conflicto, por lo que su mandato resulta imposible de cumplir.

Este flagrante ejemplo nos recuerda que, pese a nuestras mejores intenciones, en muchos países la amarga realidad de los conflictos frena la capacidad del personal de mantenimiento de la paz de cumplir su mandato. El conflicto en la República Democrática del Congo demuestra lo importante que es encontrar soluciones políticas para estos conflictos de gran escala y lo necesario que resulta redoblar nuestros esfuerzos para resolverlos por medios diplomáticos ampliamente coordinados.

Hay otras operaciones de mantenimiento de la paz que son de menor escala pero que también deben resolverse. En el Sáhara Occidental, por ejemplo, el proceso de descolonización lleva paralizado desde el despliegue en 1991 de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO), que debía vigilar la cesación del fuego y organizar un referéndum. Pese a los mejores esfuerzos de la comunidad diplomática, el territorio sigue ocupado, y me preocupan personalmente los abusos que se están cometiendo contra los derechos humanos. Por eso he pedido al Alto Comisionado para los Derechos Humanos que publique el informe que concluyó en 2006.

A este respecto, ofrezco a todas las partes toda la ayuda que pueda prestarles para resolver este problema que lleva tanto tiempo pendiente y que corre peligro de ser olvidado por la comunidad internacional.

Dado que en la Carta no se establece ningún mandato específico de mantenimiento de la paz, esta labor esencial ha tenido que desarrollarse mediante alianzas innovadoras fomentadas por diferentes órganos de las Naciones Unidas. La interacción entre estos distintos ámbitos de responsabilidad dentro de la Organización constituye una dinámica que he querido destacar durante el sexagésimo tercer período de sesiones de la Asamblea General.

A este respecto, el Consejo de Seguridad, la Asamblea General y la Secretaría gozan de una estrecha relación de colaboración que ha ido creciendo y respondiendo a las siempre cambiantes circunstancias a lo largo de décadas. Esta asociación sigue siendo una parte fundamental de todos nuestros éxitos y fracasos y de las mejoras que deseamos incorporar a nuestros esfuerzos en pro del mantenimiento de la paz.

Celebramos la amplia presencia de las naciones industrializadas y en desarrollo por igual entre los países que aportan contingentes. Esta amplia participación contribuye a garantizar la credibilidad de cada intervención. Los principios de neutralidad, transparencia y universalidad les dan legitimidad y deben ser apreciados y defendidos por todos nosotros. El más mínimo abuso de estos principios es percibido de inmediato y causa un daño difícil de reparar a la legitimidad y credibilidad de nuestros esfuerzos.

La reestructuración de las operaciones de mantenimiento de la paz, surgida de los catastróficos fracasos de la década de 1990 y esbozada en el pionero informe Brahimi del año 2000, debería mejorar nuestra capacidad de determinar, coordinar y mantener operaciones cada vez más complejas.

La Asamblea General tiene la responsabilidad de garantizar que las operaciones cuenten con las herramientas necesarias para desempeñar sus mandatos. Sin embargo, en prácticamente todos los casos se las sigue enviando a enfrentar el peligro sin que tengan recursos suficientes a su disposición. Es lógico que los países que aportan contingentes tengan mayor influencia en la determinación de los recursos necesarios para reducir al mínimo los riesgos y aumentar al máximo las posibilidades de éxito de las operaciones a las que han aportado efectivos.

En efecto, los países que aportan contingentes deberían participar en la etapa más temprana, cuando el Consejo de Seguridad establece el mandato de una operación, y también más tarde, si se necesita modificar dicho mandato. Esta mayor participación facilitará un mejor mecanismo de control para garantizar que las operaciones estén bien concebidas y administradas desde el principio.

Reafirmemos nuestra determinación de reforzar esta alianza tan especial de las Naciones Unidas para poder mantener esa interacción delicada y dinámica de realidades militares, políticas y financieras, a fin de que nuestras operaciones de mantenimiento de la paz sean eficaces. Pero, lo que es igualmente importante, centrémonos siempre en hallar formas de reunir a las naciones para resolver los problemas, de manera que estas operaciones se conviertan en una rara excepción en los próximos años.

Gracias.

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