Discurso del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la sesión de clausura de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la crisis financiera y económica mundial y sus efectos en el desarrollo

Nueva York

30 de junio de 2009

Excelencias,
Colegas de las Naciones Unidas,
Señores representantes de la sociedad civil,
Queridos amigos,

Hemos llegado al final de esta histórica Conferencia de las Naciones Unidas sobre la crisis financiera y económica mundial y sus efectos en el desarrollo. Los felicito a todos.

El mundo ha tenido la oportunidad de escuchar las voces del Grupo de los 192, es decir, de todos los miembros de la Asamblea General. El viernes pasado aprobamos por consenso un documento final que constituye el primer paso en un largo proceso para lograr que el mundo emprenda un nuevo camino hacia la solidaridad, la estabilidad y la sostenibilidad. Será un proceso largo.

Estoy agradecido a los jefes de Estado y de Gobierno que dieron prueba de su preocupación y su compromiso asistiendo a esta conferencia. Y doy las gracias a la Mesa de la Conferencia, cuyos miembros compartieron conmigo la responsabilidad de presidir lo que resultaron ser cinco días de debates plenarios.

Doy también las gracias a los moderadores de las cuatro mesas redondas. Estas proporcionaron a representantes de los sectores político, de expertos, institucional, de la sociedad civil y empresario dinámicas oportunidades de intercambiar opiniones cara a cara sobre las urgentes cuestiones que nos ocupan. Aguardamos con interés los resúmenes y las recomendaciones.

Antes de examinar de una manera muy breve lo que hemos conseguido, quisiera expresar mi agradecimiento a todos los colegas que prestaron una valiosa ayuda para superar las muchas diferencias que complicaron el proceso de negociación y nos permitieron lograr un consenso sobre un fructífero documento final. Todos los grupos y Estados Miembros debieron hacer concesiones y admiro su flexibilidad.

Todos nosotros, y yo en particular, deseamos agradecer al Excelentísimo Señor Camilo Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas, y al Excelentísimo Señor Frank Majoor, de los Países Bajos, su tenaz labor, su enorme paciencia y la habilidad para negociar que demostraron durante todo el proceso intergubernamental. Los dos facilitadores tuvieron que conciliar las muy diversas posiciones del Norte y del Sur, así como las importantes diferencias dentro de los distintos grupos, a fin de encontrar puntos en común. Lograron hacer esto sin reducir sus recomendaciones al mínimo común denominador, para lo cual se necesitó una profunda comprensión de las complejas cuestiones a que nos enfrentamos y de las preocupaciones y necesidades de los 192 Estados Miembros. Este consenso mundial otorga a nuestro documento una fuerza y validez enormes.

También quisiera destacar la importantísima función desempeñada por la Comisión de Expertos bajo el liderazgo de su Presidente, el Sr. Joseph Stiglitz. Los miembros de la Comisión, todos ellos voluntarios, proporcionaron un marco analítico global y sólido para los debates que hemos celebrado en los últimos meses. Sus recomendaciones de reforma sin duda seguirán estimulando nuevos debates y decisiones en los próximos meses y años. Les doy las gracias por su inestimable contribución y me complacerá transmitir a los Estados Miembros el informe final de la Comisión dentro de unas pocas semanas.

En la apertura de la Conferencia presenté una visión muy personal de lo que necesitamos para lograr que nuestra atribulada raza humana vuelva al buen camino. Es una visión que, esencialmente, implica la adopción de principios, políticas y prácticas que faciliten una mayor armonía y solidaridad en nuestras relaciones interpersonales, entre las naciones y con la Madre Naturaleza. Si nuestros esfuerzos por lograr la recuperación económica se rigen por los valores predominantes del consumo excesivo, la explotación, la codicia y el poder, estamos condenados al fracaso.

Esta Conferencia se ha centrado en la crisis que azota al mundo y la necesidad urgente de tomar medidas para resolver los problemas y reformar nuestras instituciones. No obstante, en sus intervenciones ante el pleno y en las mesas redondas, muchos jefes de Estado y de Gobierno, ministros y representantes han expresado reiteradamente su convicción de que nuestros problemas económicos no pueden resolverse sin que abordemos las cuestiones más amplias de la gobernanza mundial y la sostenibilidad de nuestra querida Madre Tierra. Las nuevas políticas deben reflejar la realidad diaria en los ámbitos social, medioambiental y político hoy y en el futuro.

El Secretario General destacó, a mi parecer acertadamente, la inmensidad y complejidad de las diferentes crisis que tenemos ante nosotros y los vínculos que existen entre ellas, que exigen un enfoque integral y concertado para resolverlas. Muchos de ustedes señalaron la interrelación que existe entre la desintegración de la economía y los problemas del cambio climático y la seguridad alimentaria y energética, y la amenaza que juntos representan para el logro de los objetivos de desarrollo acordados internacionalmente, como los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Las Naciones Unidas fueron creadas precisamente para dar una respuesta mundial a estos problemas complejos y relacionados entre sí.

Fue alentador escuchar a tantos oradores referirse a la necesidad de revitalizar el componente ético de la gobernanza mundial, es decir, nuestra obligación y nuestra responsabilidad compartida de integrar las consideraciones éticas en nuestros procesos de adopción de decisiones económicas, financieras, políticas y sociales. Muchos encargados de tomar decisiones siguen considerando que esta cuestión no resulta apropiada en el duro mundo de las finanzas y los negocios.

¿Qué es, entonces, lo que hemos logrado?

Excelencias, no es este el momento de hacer un resumen de los resultados de los debates plenarios y de las mesas redondas. Sin embargo, hay algunos puntos especialmente significativos.

En vista del panorama de la crisis, considero que la serie de decisiones y recomendaciones que incluye el documento final, bajo el título "El camino a seguir", son fundamentales. Son equilibradas, están sujetas a plazos concretos y exigen la coordinación y cooperación de diversas instituciones. Entre estas instituciones figuran la Asamblea General, los organismos del sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo, el Presidente de la Asamblea General y el Secretario General de las Naciones Unidas. La coordinación entre todas estas instituciones será fundamental para la eficacia general.

Recomiendo que todos los participantes, al igual que los principales encargados de adoptar decisiones y los interesados que no pudieron participar en la Conferencia, estudien con particular detenimiento esta sección.

Por tanto, tengo previsto iniciar muy pronto un proceso de consultas con estos órganos, incluido el Presidente electo del sexagésimo cuarto período de sesiones de la Asamblea General.

La celebración de esta conferencia mundial siete meses después de la decisión adoptada en Doha aún ha hecho que 60 Estados Miembros enviaran representantes a nivel ministerial y que más de 170 Estados Miembros participaran en las sesiones plenarias.

Esta Conferencia ha sido la primera reunión mundial sobre la crisis que ha reunido al Grupo de los 192, así como a importantes representantes de la sociedad civil, el sector privado y miembros del sistema de las Naciones Unidas. Hemos encontrado un nuevo tono para las conversaciones y arrojado luz sobre cuestiones fundamentales que nos ayudarán a avanzar.

Hemos logrado un consenso en relación con un ambicioso documento final que incluye una comprensión común de las causas y los efectos de la crisis; la necesidad de adoptar medidas urgentes para incrementar la asistencia oficial para el desarrollo y acelerar la prestación de esta asistencia; la necesidad de ocuparnos de la deuda y la liquidez mundial; y la necesidad de reformar la estructura y el sistema financieros y económicos internacionales y de mejorar la regulación y el control.

Lo que es más importante, hemos alcanzado un acuerdo sobre un proceso de compromiso continuo, incluida una invitación a la Asamblea General para que establezca un grupo de trabajo especial de composición abierta para hacer un seguimiento de todos los temas.

Hemos escuchado a representantes de diversos organismos, fondos y programas de las Naciones Unidas, así como del Banco Mundial. Juntos, proporcionaron una perspectiva amplia y matizada sobre los efectos de la crisis en las poblaciones de los países en desarrollo, incluidos los sectores más vulnerables de la población, y sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. También proporcionaron información sobre iniciativas dirigidas a colaborar bajo la coordinación de los gobiernos nacionales para contribuir a responder a los múltiples problemas que enfrentan los países.

Prácticamente todos los oradores expresaron su acuerdo con que las Naciones Unidas desempeñaran una función central en las actividades de seguimiento.

Hemos escuchado reiterados llamamientos a que la comunidad internacional cumpliera su "deber" de concentrarse en la satisfacción de las necesidades de personas pobres y vulnerables, teniendo debidamente en cuenta cuestiones como la del género.

Se ha manifestado un fuerte apoyo al derecho de los países en desarrollo a tomar medidas extraordinarias coherentes con la naturaleza extraordinaria de la crisis, por ejemplo, la ampliación de los planes de estímulo y de protección social, y el control de los flujos de capital, para proteger a sus sociedades y preservar sus objetivos de desarrollo.

Se ha expresado gran preocupación respecto de los considerables riesgos que plantea el crecimiento de la deuda pública y empresarial, y de la necesidad de evitar que se produzca una nueva crisis de la deuda.

Hemos escuchado reiterados llamamientos a que las iniciativas regionales nuevas y antiguas formen parte de una visión pluralista del futuro orden económico internacional.

Excelencias, las decisiones y recomendaciones incluidas en el documento final reflejan en un grado significativo el llamamiento que hemos escuchado. Por tanto, habría que aumentar la coherencia, legitimidad y eficacia para que estas decisiones y recomendaciones se cumplan, de conformidad con el espíritu de la Conferencia.

Por todos estos motivos, y por otros, nuestra declaración final cumple las condiciones para ser un documento y plan de acción adecuados a estos tiempos. Es, en pocas palabras, un hito histórico - el inicio, no el fin, de un viaje importante y necesario.

Inspirémonos entonces en esta labor y mantengamos el mismo sentido de urgencia y compromiso cuando llevemos a la práctica este audaz marco nuevo. Asumimos con solemnidad y con gusto estas responsabilidades y obligaciones.

Pido a todos ustedes que mantengan su sentido de compromiso y que contribuyan plenamente a la labor que nos espera.

Me complace ahora declarar clausurada esta Conferencia.

Gracias.

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