Declaración del presidente de la Asamblea General relativa al tema 16 del programa, titulado "Cuestión de Palestina"

Naciones Unidas, Nueva York

24 de noviembre de 2008

Excelencias,
Hermanos y hermanas,

Me complace abrir esta sesión plenaria en la que nos ocuparemos de la cuestión de Palestina. Esta mañana mantuvimos una reunión para observar, con pesar, el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. El Excelentísimo Señor Embajador Paul Badji, Presidente del Comité para el ejercicio de los derechos inalienables del pueblo palestino, el Secretario General Ban Ki-moon y yo expresamos nuestra preocupación por la terrible situación que se sigue viviendo en la Franja de Gaza y la Ribera Occidental y manifestamos nuestra solidaridad con este pueblo, que tanto tiempo lleva sufriendo.

Escuchamos el exhaustivo informe del Presidente sobre la situación actual de los palestinos que viven bajo la ocupación. Además, el Secretario General hizo un resumen de las complejas iniciativas que está adoptando la comunidad internacional a fin de avanzar con las conversaciones de paz y el establecimiento del Estado palestino.

Insté a la comunidad internacional a hacer oír su condena de la intolerable política de castigo colectivo que se ha impuesto al pueblo de Gaza. Exigimos que se ponga fin a esta violación masiva de los derechos humanos e instamos a Israel, la Potencia ocupante, a permitir de inmediato la entrada de suministros de asistencia humanitaria y de otro tipo en la Franja de Gaza.

Esta mañana, hablé del apartheid y de cuánto se asemejan las políticas israelíes en el territorio palestino ocupado al apartheid que existió en otra época y otro continente.

Creo que es muy importante que nosotros, en las Naciones Unidas, usemos este término. No debemos tener miedo de llamar a las cosas por su nombre. Después de todo, fueron las Naciones Unidas las que aprobaron la Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid y mostraron claramente a todo el mundo que este tipo de prácticas de discriminación oficial deben prohibirse en todos los casos.

Hoy escuchamos a un representante de la sociedad civil de Sudáfrica. Sabemos que en todo el mundo hay organizaciones de la sociedad civil que trabajan para defender los derechos de los palestinos e intentan proteger a la población palestina, cosa que nosotros, las Naciones Unidas, no estamos haciendo.

Hace más de veinte años, las Naciones Unidas tomaron la iniciativa de la sociedad civil y acordaron que era necesario imponer sanciones para presionar de una forma no violenta a Sudáfrica para que pusiera fin a las violaciones que estaba cometiendo.

Hoy, quizás deberíamos examinar la posibilidad de que las Naciones Unidas sigan el ejemplo de una nueva generación de la sociedad civil, que pide que se adopte una campaña no violenta similar de boicot, desinversión y sanciones dirigida a presionar a Israel para que deje de cometer violaciones de los derechos humanos.

He asistido a muchas reuniones sobre los derechos del pueblo palestino. Me sorprende que se siga insistiendo en que hay que tener paciencia mientras nuestros hermanos y hermanas son crucificados.

La paciencia es una virtud en la que creo, pero no hay virtud alguna en ser paciente ante el sufrimiento de otros.

Debemos esforzarnos, de todo corazón, por poner fin al sufrimiento del pueblo palestino.

Desde siempre he sentido un profundo afecto por el pueblo judío. Nunca he dudado en condenar los crímenes del holocausto y los muchos abusos cometidos contra nuestros hermanos y hermanas judíos.

No obstante, el sufrimiento no da a nadie el derecho a abusar de otros, y mucho menos de quienes históricamente han tenido relaciones tan profundas y ejemplares con el pueblo judío.

Dicho esto, me permito recordar a nuestros hermanos y hermanas israelíes que, aunque cuenten con la protección de los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, no podrán cambiar mediante la presión ni la intimidación lo dispuesto en la resolución 181 de la Asamblea General, adoptada hace 61 años, en la que se instaba a crear dos Estados.

Es vergonzoso que hoy no podamos celebrar la creación de un Estado palestino y que las perspectivas de lograrlo sigan siendo tan lejanas como siempre. A pesar de todas las explicaciones, este hecho básico pone en ridículo a las Naciones Unidas y es extremadamente perjudicial para su imagen y prestigio. ¿Cómo podemos continuar de esta manera?

Insto a nuestros queridos hermanos y hermanas que tienen poder de decisión en el país anfitrión a que pongan fin a una política que sólo consigue retrasar la justicia en el Oriente Medio.

La comunidad internacional debería hacer todo lo posible por ayudar a los israelíes y los palestinos a alcanzar una solución que cumpla el objetivo de dos Estados, Israel y Palestina, uno junto al otro en condiciones de paz y seguridad. Las Naciones Unidas siguen teniendo actualmente la responsabilidad de resolver la cuestión de Palestina en todos sus aspectos y de conformidad con el derecho internacional. Asegurémonos de que ésta no se convierta en una responsabilidad permanente.

La enemistad entre nuestros hermanos y hermanas palestinos e israelíes es una amarga tragedia que se ha ido autoperpetuando. Debemos hallar nuevas formas de limar esta enemistad, para ayudar a ambos pueblos a restablecer sus históricos vínculos fraternales

Exhorto a la comunidad internacional a que ponga fin al estancamiento político que, de manera cínica, perpetúa esta situación de odio, aislamiento y abusos. Nuestra solidaridad debe impulsarnos a adoptar medidas concretas para hacer realidad esos derechos que para algunos resultan tan difíciles de alcanzar pero que la mayoría de nosotros damos por sentados.

Gracias.

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