Discurso del Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la primera celebración del Día Mundial de la Justicia Social

Naciones Unidas, Nueva York

20 de febrero de 2009

Excelencias,
Queridos amigos,

Me complace enormemente compartir con ustedes mis pensamientos y transmitirles mis mejores deseos en la celebración del primer Día Mundial de la Justicia Social, establecido por la Asamblea General el año pasado. Lamento no poder estar con ustedes, hermanas y hermanos de la comunidad de organizaciones no gubernamentales que colaboran con las Naciones Unidas, para hacer hincapié en la promoción de la justicia social, un concepto que constituye la base de toda nuestra labor. Al igual que muchos de ustedes, toda mi carrera y mi vocación han estado dedicadas a la promoción de la justicia social y la inclusión de los marginados de la sociedad. Estas siguen siendo prioridades de mi mandato aquí en el sexagésimo tercer período de sesiones de la Asamblea General.

Son tiempos difíciles para el mundo, especialmente para los cientos de millones de personas marginadas que viven en la pobreza y el aislamiento. El mes pasado, fuimos testigos de la violencia infligida contra los miembros más desafortunados de nuestra comunidad mundial, el pueblo palestino en Gaza. Esta violencia pone de relieve una vez más la función central que desempeña la justicia social y política en nuestras vidas. Nos recuerda que el desarrollo social, la integración y la justicia social no pueden lograrse si no hay paz, seguridad y respeto por todos los derechos humanos. Las consecuencias de la injusticia nos afectan a todos.

A nivel mundial, vemos aumentar la injusticia suprema del hambre, la pobreza y la muerte prematura. Cada día, millones de personas caen en la pobreza extrema empujados por la crisis financiera mundial, el desempleo e incluso la escasez de alimentos. Los pobres del mundo ya conocen de primera mano las catástrofes que el cambio climático nos depara a todos nosotros. Vemos cómo la promesa de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, una herramienta fundamental para promover la justicia social, corre el riesgo de ser postergada indefinidamente.

Al celebrar el primer Día Mundial de la Justicia Social, seguimos esforzándonos por hacer que los pobres, las personas con discapacidad, las personas de edad, los jóvenes descontentos, las mujeres maltratadas y las minorías pasen a formar parte integrante de nuestras comunidades y de nuestras sociedades. También debemos pensar y actuar a escala mundial. Creo que para lograr la integración y la justicia es necesario que reestructuremos la arquitectura financiera mundial de modo que las personas marginadas tengan pleno acceso al sistema económico y social en los niveles local e internacional. Necesitamos un proceso de determinación de políticas que reconozca sus derechos humanos como miembros de pleno derecho de la sociedad. Necesitamos un sistema financiero que incluya a los países que están siendo excluidos y que satisfaga las necesidades y las exigencias no sólo del Grupo de los Ocho y el Grupo de los Veinte, sino de todo el grupo de los 192 Estados Miembros de las Naciones Unidas.

Quizá sepan que la Asamblea General, con la ayuda de su Comisión de Expertos del Presidente sobre las reformas del sistema financiero, económico, comercial y monetario internacional, empezó recientemente a analizar nuevas formas de asegurar la integración de los países en desarrollo en un marco financiero internacional más justo y receptivo. Nuestro objetivo es hacer que las Naciones Unidas participen en el debate sobre los cambios normativos que hay que incorporar a una arquitectura financiera que ha fracasado. Debemos contribuir a garantizar que el nuevo orden necesario refleje un sistema más justo y equitativo, en que los marginados participen y del que se beneficien.

El Día Mundial de la Justicia Social proporciona a los Estados Miembros, las organizaciones de la sociedad civil y las personas de todo el mundo la oportunidad de tomar medidas concretas para promover la conciencia de la justicia social. Aliento a todos los Estados Miembros a que realicen una labor de concienciación acerca de los principios de equidad, democracia, participación, transparencia, rendición de cuentas e inclusión en los que se sustenta la justicia social.

Sin embargo, las fuerzas más importantes en la promoción de la justicia social seguimos siendo nosotros, como personas, familias y comunidades. También nosotros necesitamos inspiración para asumir el liderazgo en la promoción de estos valores esenciales en nuestras sociedades. El liderazgo es fundamental, así que convirtámonos todos en líderes y defensores de un mundo más justo -un mundo imbuido de respeto por la dignidad inherente a todo ser humano.

Gracias.

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