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Narración

Aquí, en la región de Darfur, en Sudán, la vida de un joven está al borde de una transformación radical.

Alzaky Abdullah Gafar, de 18 años, pronto saldrá de esta prisión juvenil en Darfur del Norte, donde ha pasado los últimos cuatro años acusado de asesinato.

Aunque ha olvidado cómo escribir, Alzaky ha pedido ayuda para redactar esta carta a su mamá:

«Mi bondadosa madre Nora, te extraño y no te he visto durante mucho tiempo. Estoy completando ahora mi sentencia e iré a verte. Saludos a mis hermanos y hermanas. Tu hijo... Alzaky».

Alzaky fue encarcelado a los 14 años por matar un compañero de clase en una pelea. Habían discutido afuera de la escuela y Alkazy lo atacó con un palo, matando accidentalmente al niño.

«Lo lamento mucho. No fue mi intención causar problemas. Era un joven conflictivo… Ahora he perdido muchos años de mi vida... pero desde que me transfirieron a este centro, he aprendido muchas cosas...».

Después de dos años de encarcelamiento, Alzaky fue trasladado a este centro de detención juvenil, el único de este tipo en Darfur. Recibe a delincuentes juveniles de toda la región. Una vez a la semana, los reclusos viajan a una escuela especializada donde se les da una oportunidad extraordinaria...

Les enseñan destrezas técnicas que les ayudarán a reintegrarse a la sociedad y a convertirse en miembros productivos de su comunidad.

«El haber venido a la prisión ha sido como darle una segunda oportunidad en el sentido de que podrá ganarse la vida y por lo tanto mantenerse y también a los miembros de su familia».

John Omondi es Asesor Penitenciario en la Operación Híbrida de la Unión Africana y las Naciones Unidas en Darfur.

«La mayoría de estos niños han sido arrestados por la policía después del desplazamiento de sus familias, que se encuentran actualmente en algunos de los campamentos de desplazados internos».

Los diez años de guerra en Darfur han desplazado a más de dos millones de personas... muchos viven ahora en campamentos donde carecen de atención médica básica y educación. Las privaciones económicas y los altos niveles de desempleo han provocado una ola de violencia en toda la región... Pero una nueva iniciativa está ayudando a estos reclusos a convertirse en miembros útiles de la sociedad.

Naciones Unidas trabaja con el gobierno de Sudán para mejorar las instalaciones penitenciarias y ofrecer a los presos programas de rehabilitación. Los reclusos pueden escoger una variedad de habilidades prácticas, incluidas albañilería, soldadura y mecánica automotriz.

El programa también capacita al personal de la prisión para que enseñen estas destrezas a los presos. Hasta ahora 16 trabajadores y 22 reclusos juveniles han recibido esta preparación.

Khalil Mohammad Badawi es directo de la escuela técnica en El Basher Darfur.

«Cuando estos niños están desempleados es más probable que cometan delitos, pero si aprenden un oficio y obtienen un trabajo, se alejarán de una vida criminal».

Ansioso de aprender una nueva habilidad, Alzaky escogió capacitarse como albañil.

«Creemos que poniendo en práctica lo que aprendió en la prisión, este joven aún puede convertirse en un miembro muy útil de la sociedad».

El gran día de Alzaky ha llegado. Ha cumplido su sentencia y se le está enviando a su hogar con su familia...

Su nueva libertad está acompañada de nueva responsabilidad. Su familia ha esperado su regreso durante mucho tiempo, especialmente su madre.

«Gracias a Dios porque llegó bien».

Después de una emotiva reunión, Alzaky se adapta a su nueva vida, un nuevo comienzo, comprometido a mantener a su madre y hermanos.

Este reportaje fue producido por Nathan Beriro para las Naciones Unidas.

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