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El mundo se ha abierto para las campesinas nepalíes

Narración

Es la temporada de la cosecha en Siladi, un poblado del oeste de Nepal. // Pero Sunita Thapa Magar no se dirige a trabajar a los campos.

Sunita ha terminado hace poco de formarse como tejedora, y por eso va a pasar el día haciendo telas que se venderán a las familias de los trabajadores migrantes y en las tiendas para turistas de la capital regional.

«Antes no teníamos la oportunidad de aprender este tipo de cosas. Éramos como ranas en un pozo. No sabíamos qué pasaba en el mundo.»

El mundo para muchas mujeres rurales de Nepal no suele ir más allá de sus familias. Y, aunque son fundamentales en sus hogares, no es frecuente que cuenten con la seguridad y el apoyo necesarios para interesarse por cosas fuera del hogar. Así, siguen dependiendo económicamente de los hombres, dice la asistente social Shrijana Roka Magar.

«Creo que la cuestión más importante es que la sociedad tiene la necesidad de controlar a las mujeres y limitar sus actividades al ámbito doméstico. Casi todas las mujeres que están interesadas en actividades fuera del hogar tienen miedo de lo que sus maridos puedan decir. Piensan: ‘¿Me gritará? ¿Me dejará?’ .»

Sunita se cuenta entre las afortunadas. Cuando surgió la oportunidad de aprender algo nuevo participando en un grupo de tejedoras, su marido la animó.

Hoy es miembro de Dhaka Production, un grupo de autoayuda que recibe apoyo del FIDA, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de las Naciones Unidas, en colaboración con el Gobierno de Nepal.

El grupo de Sunita se creó como parte de un proyecto diseñado para proporcionar capacitación y estimular la autoconfianza entre los más pobres y desfavorecidos.

«Antes, la vida era difícil. Muy difícil. Llegaba a transportar cemento y sal como parte de mi trabajo como alfarera. Mucha gente hablaba a mis espaldas. Decían que era una vergüenza que estuviera trabajando. La gente me miraba con desprecio. Pero no perdí la esperanza. Estaba ganando dinero con mi sudor y mi sangre.»

Sunita le pone a la confección de tejidos la misma energía que a sus anteriores trabajos. Ahora que los tejidos de su grupo se venden en tiendas, su trabajo está dando resultados.

«Me siento muy orgullosa de mí misma. ¡Mucho, mucho! Antes no teníamos dinero ni siquiera para pagar la cuota escolar de los niños y teníamos que pedirlo prestado, pero ahora ya no tenemos que pedir nada.»

Nepal es uno de los muchos países en los que se hacen continuos esfuerzos para empoderar a más mujeres como Sunita y sacarlas de la pobreza, en consonancia con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, para 2015.

Informe preparado por Joanne Levitan para las Naciones Unidas.

11 de julio de 2014

La educación, la formación y la confianza en uno mismo son herramientas poderorísimas que abren las puertas del mundo a quienes las poseen. Un programa del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de las Naciones Unidas ha servido precisamente para formar y estimular la confianza de muchas campesinas nepalíes, que ahora tiene su propio trabajo.

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