Mensaje del Secretario General
Mensaje en el sexagésimo aniversario de las operaciones de las Naciones Unidas de mantenimiento de la paz
29 de mayo de 2008
Este año, la celebración anual del Día Internacional del Personal de Paz de las Naciones Unidas coincide con el sexagésimo aniversario de las actividades de mantenimiento de la paz de la Organización. Hace seis décadas, el Consejo de Seguridad creó la primera misión de mantenimiento de la paz. La mayoría de sus integrantes procedían de un puñado de países europeos y americanos y eran casi todos militares no armados que observaban y vigilaban líneas de cesación del fuego.
Desde entonces, el mantenimiento de la paz ha pasado a ser una actividad prominente de nuestra Organización. Ahora hay más de 110.000 hombres y mujeres desplegados en zonas de conflicto en todo el mundo. Vienen de cerca de 120 países, número sin precedentes que demuestra la confianza en las operaciones de paz de las Naciones Unidas. Vienen de países grandes y pequeños, ricos y pobres, algunos de los cuales han sido afectados recientemente por la guerra ellos mismos. Aportan a su trabajo antecedentes culturales y experiencias diferentes, pero los une su determinación de afianzar la paz. Algunos llevan uniforme, pero muchos son civiles y su labor va mucho más allá de los trabajos de observación.
Entrenan a fuerzas policiales, desarman a excombatientes, prestan apoyo a la celebración de elecciones y ayudan a establecer las instituciones del Estado. Construyen puentes, reparan escuelas, asisten a víctimas de inundaciones y protegen a mujeres contra actos de violencia sexual. Defienden los derechos humanos y promueven la igualdad entre los géneros. Gracias a su esfuerzo, es posible distribuir asistencia humanitaria que salva vidas y poner en marcha el desarrollo económico.
Durante el último año, he visitado a personal de mantenimiento de la paz que trabaja en África, Asia, el Oriente Medio y el Caribe. He visto a refugiados que regresaban a sus hogares, a niños que volvían a la escuela, a ciudadanos que otra vez se sentían seguros al amparo del estado de derecho. He visto cómo sociedades enteras, con la ayuda del personal de paz, pasaban de la devastación al resurgimiento. En Haití, en Liberia, en la República Democrática del Congo, los cascos azules han creado un margen de maniobra en que se puede fortalecer una paz frágil.
No podríamos hacer esto si no contásemos con nuestros asociados de organizaciones regionales. La Unión Africana y las Naciones Unidas están desplegando nuestra primera fuerza híbrida en Darfur. Y trabajamos conjuntamente con la Unión Europea en los países vecinos, el Chad y la República Centroafricana.
Más de la mitad de nuestros Estados Miembros aportan contingentes militares y fuerzas de policía a las operaciones de mantenimiento de la paz. Estamos agradecidos a todos y cada uno de ellos. Mención especial merecen los países que más efectivos aportan: el Pakistán, la India, Bangladesh, Nigeria y Nepal. Juntas, estas naciones del Sur contribuyen con casi la mitad del personal de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas.
Este aniversario es motivo de celebración, pero también es el momento de recordar a nuestros colegas caídos en el cumplimiento del deber. Durante estos sesenta años, más de 2.400 hombres y mujeres han muerto al servicio de la causa de la paz. Solamente el último año lamentamos la pérdida de 87 personas valerosas.
Todas son héroes. Hoy, nos comprometemos otra vez a no olvidar nunca su sacrificio y a asegurar que el trabajo vital de los cascos azules continúe todo el tiempo que sea necesario.