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El limitado salvavidas de las remesas de los emigrantes

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Narración

El sol está saliendo sobre el lago San Palok en las Filipinas. Y para Lily Bruhl comienza otro día intenso. Tiene que levantarse temprano para ocuparse de todo. Con su esposo trabajando en el extranjero, le toca educar sola a sus cuatro hijos.

«Mi esposo decidió irse al extranjero en 1998. Fue a Riyad, Arabia Saudita, y él me dijo que dejara de trabajar y cuidara a los niños.»

El esposo de Lily es uno de los aproximadamente 10 millones de filipinos que dejaron su país en busca de mejores oportunidades laborales. Cada año, estos emigrantes envían más de 20.000 millones de dólares a casa. Las familias que dejan atrás sobreviven con estas remesas. Es un flujo de dinero vital para la economía, pero muy poco se ahora o se invierte.

Además, millones de personas como Lily decidieron dejar de trabajar, al tener un miembro de su familia trabajando en el extranjero, porque en las Filipinas pueden ganar muy poco. Ahora dependen únicamente del dinero que reciben de fuera. De media, cada emigrante envía una remesa de sólo 200 dólares al mes, y para la mayoría de las familias, esto no es suficiente.

«Tengo que pagar las facturas, tengo que pagar todo, y después no tengo suficiente dinero. Así que empecé a pensar cómo lograr que me alcance. Tengo cuatro hijos y no estoy haciendo nada.»

Así que Lily decidió hacer algo. Descubrió un programa de formación de economía doméstica dirigido a las familias de los trabajadores emigrantes. Respaldado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de la ONU, este programa enseña cómo hacer un presupuesto y cómo invertir el dinero que se recibe del extranjero. Para Lily, este conocimiento cambió su vida. (22.5)

«Lo primero que aprendí fue: si recibes una remesa de tu esposo, ahorra antes de gastar. También hizo darme cuenta de que tengo que estar preparada para la reinserción de mi esposo, porque si no lo hago yo, ¿quién lo va a hacer?»

Lily se dio cuenta de que para que su esposo regresara y no se volviera a ir, tendría que encontrar una manera de ganar suficiente dinero en las Filipinas. Con lo que aprendió en el programa, se puso a buscar oportunidades de inversión. Y un día encontró lo que estaba buscando...

Con el dinero que ahorró de las remesas de su esposo, Lily decidió invertir en una piscifactoría. Con un capital inicial de 5.000 pesos, que son sólo 120 dólares, compró dos jaulas para peces... Y lo que ocurrió después de la primera cosecha fue una enorme sorpresa...

«Mi esposo me envía 22.000 pesos y yo gané 30.000 en las jaulas para peces. Me dije, es mucho dinero. Tal vez un día pueda decirle a mi esposo que regrese a casa.»

Menos de un año después, Lily tiene 23 jaulas y está dirigiendo una empresa rentable. También está empleando a otros en la comunidad.

Hay miles de personas como Lily que han recibido esta formación y están usando sus remesas para construir una economía más sostenible.

Y conforme crece el negocio de Lily, también crece la esperanza de que pronto su familia vuelva a estar unida.

Este reportaje fue producido por Joanne Levitan para las Naciones Unidas.

17 de septiembre de 2013

El dinero que los emigrantes envían a sus casas son un salvavidas. Sin embargo, muchas veces no es suficiente o se gasta sin generar una oportunidad para mejorar la calidad de vida de quienes se quedan ni el regreso de quien se marcha. La ONU ayuda a las familias a invertirlo para poder reunirse de nuevo.

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