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Un grupo de afrodescendientes de EEUU lucha por no perder su herencia

Narración

«...Esta década nos brinda la oportunidad de llevar a cabo una acción bien orientada y concertada. Espero que, dentro de una década, la situación de los derechos humanos de las personas de ascendencia africana en todo el mundo haya mejorado considerablemente...»

Secretario General Ban Ki-moon

Isla de Daufuskie, en Carolina del Sur, Estados Unidos

Una isla remota de unos 13 kilómetros cuadrados, a la que solo se puede llegar en ferry.

Hasta ella fueron traídos desde África, hombres, mujeres y niños.

Su cometido era trabajar en las plantaciones de añil, arroz y algodón, en beneficio de los dueños de las tierras.

Pero todo cambió en 1861, cuando la Guerra de Secesión estalló debido, en gran parte, a la esclavitud, y enfrentó a los estados del sur contra los del norte.

Los esclavos fueron a la guerra y consiguieron la libertad. También se les prometió tierras y una educación. El conflicto terminó en 1865 .

Más de mil esclavos liberados se asentaron en la isla de Daufuskie, // pero tan solo trece de sus descendientes siguen viviendo en la isla. Y ahora, luchan por defender sus derechos sobre estos territorios heredados, que se han convertido en propiedades de gran valor.

Este fenómeno empezó a principios de la década de los 80, cuando los terratenientes fueron testigos de un aumento del valor del suelo y de los impuestos sobre la propiedad a medida que se iban creando centros turísticos y campos de golf.

«Tiene que haber una forma de tratar a las personas que siempre han tenido un terreno y que, sin culpa alguna, se han visto afectadas por el desarrollo».

Ervin Simmons, pescador y trabajador social, todavía posee un porcentaje de tierra en Daufuskie, pero al igual que otros muchos, vive en otro lugar.

«Se cansaron de plantar, pescar y cazar. Querían una vida mejor, por lo que se produjo una cierta migración hacia el norte».

Pero ese no era el único motivo para irse.

«Los más jóvenes, como se marchaban para recibir una educación, muchas veces no volvían. Una de las razones por las que uno recibe una educación es para llegar más lejos. La isla no ofrecía esa oportunidad».

En el caso de Ervin, un encuentro fortuito cambió su vida para siempre. Cuando estaba en cuarto curso, en el colegio de primaria local, conoció al Dr. J. Herman Blake, un profesor visitante. Ervin sintió curiosidad por el talento del Dr. Blake para contar historias.

«Yo solía contar una historia sobre los globos, lo que tenían dentro y cómo se elevaban. Él se emocionó mucho con la historia que le había contado».

Con esta historia, el Dr. Blake quería transmitir a los estudiantes la importancia de la educación, que les traería beneficios en el futuro.

Con el paso de los años, perdieron el contacto. No obstante, cuando Ervin se graduó en el instituto y necesitaba consejos sobre cómo continuar sus estudios, intentó por todos los medios encontrar al Dr. Blake.

Meses después, se volvieron a ver en la Universidad de Oaks, donde el Dr. Blake trabajaba como administrador académico.

«Conseguí recaudar dinero para traerlos a él y a otros dos alumnos más a la Universidad de Oaks como estudiantes a tiempo completo, con cobertura total de sus gastos de manutención y educación, así como con dinero para viajar de vuelta a casa dos veces al año».

La suerte que había tenido inspiró a Ervin a ayudar a su comunidad tras la graduación.

«…Tengo un sentimiento de obligación que me lleva a hacer lo posible para ayudar a otros».

Sobre todo a personas como Cleveland Bryan, que se marchó a Nueva York para buscar trabajo. Estando allí, compró una parcela de terreno en la isla de Daufuskie para utilizarla cuando se jubilase. Pero más tarde, se encontró con algunos problemas.

«En 1985 algunas personas compraron un terreno de unos 80 acres. Y enseguida hicieron un pequeño cambio de título en mi propiedad. Muchos no estaban al tanto. Cambiaban el título de la propiedad de alguien, pero no ponían ningún anuncio en los periódicos que recibía. Los ponían en los periódicos que no recibía. Después de seis meses, el terreno pasaba a ser suyo».

Junto con el Dr. Blake, que actualmente es el Director Ejecutivo de la Comisión del Corredor Patrimonio Cultural Gullah/Geechee, Ervin ayuda a la gente a resolver problemas territoriales.

La Comisión ayuda a los descendientes de esclavos que se asentaron en Carolina del Sur, los gullah, y a los que residían en Georgia, los geechee, a preservar su cultura y conservar el terreno tan preciado que dejaron sus ancestros.

Para garantizar que se protegen los derechos de las personas de ascendencia africana (como los gullah y los geechee), que se reconocen sus contribuciones y que se preserva su rico patrimonio cultural, las Naciones Unidas han declarado el Decenio Internacional de los Afrodescendientes.

Proclamado en enero de 2015, el decenio se centra en el reconocimiento, la justicia y el desarrollo de los millones de descendientes de africanos.

Este reportaje es una producción de Mary Ferreira para las Naciones Unidas.

28 de mayo de 2015

Sus abuelos llegaron a Estados Unidos como esclavos y, ahora, luchan por guardar la herencia que aquellos les dejaron cuando fueron liberados.

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